Reconozco que durante unos instantes he estado completamente despistado. Ojeaba –con el clic del ratón- las páginas de la prensa de hoy y me he encontrado descuadrado, como si algo se me hubiese pasado por alto en los últimos días. Leía “Alonso reclama un paso más en Afganistán” y yo, que hacía a Fernando Alonso en Japón, en el circuito de Fuji -en la isla japonesa de Honshu- preparando la antepenúltima carrera de este enturbiado y circense campeonato de F1, me he descolocado por completo. No entendía el esfuerzo que pedía en Afganistán si allí no era la carrera.
Al instante he recordado la desgraciada noticia de los soldados españoles muertos y heridos en Afganistán y he comprendido el significado de la noticia. El ministro Alonso pedía apoyo en el Congreso para enviar más soldados a la “no guerra” de Afganistán. A mí, en principio, no me parece mal que envíen más tropas españolas a Afganistán, lo que si me parece muy mal es esta tomadura de pelo nacional en la que están instalados Zapatero y los socialistas. Sobre todo me parece mal por los militares y sus familias. Estamos indudablemente ante una cuestión que atañe a las administraciones de nuestro país que tengan competencias en materia de consumo. Sí, sí, habéis leído bien amigos blogueros, consumo.
El tema –al menos bajo mi punto de vista- es bastante claro. ¿Está permitida la publicidad engañosa en nuestro país? Claramente no. ¿Impedir esta publicidad engañosa en competencia de la administración? Si, con la misma claridad. Pues cualquiera que dedique algunos minutos de su tiempo a atender a los anuncios que aparecen en las distintas cadenas de televisión de nuestro país (autonómicas incluidas) podrá comprobar cómo se está emitiendo un anuncio del ahora autodescubierto por Zapatero Gobierno de España, en el que se hace una publicidad engañosa para que nuestros jóvenes se convierta en miembros del ejército español.
¿En qué momento del anuncio les dicen que los van a mandar a una “no guerra” en la que pueden morir porque allí –los otros, los que no entienden que continuemos creyendo a Zapatero en sus reiteradas mentiras sobre los conflictos bélicos en los que están participando nuestros soldados- utilizan armas que sí matan? Mucha mantita para tapar a un desafortunado anciano que camina aturdido entre ruinas, mucha muñeca para regalar a una niña hija del conflicto, pero ninguna referencia a la muerte, ninguna referencia al grave riesgo de perder la vida en un “no conflicto”. Lo dicho, publicidad engañosa que las administraciones competentes (¿no tienen competencias las autonomías?) deberían intentar cortar de raíz utilizando para ellos los recursos que la legislación vigente les permita. Ya están tardando demasiado.
El “gorila rojo”, ese matón con boina que dirige/controla/ata Venezuela ha pospuesto el cambio horario que con delirante ignorancia mostrada a los ojos de sus paisanos a través de la tele, iba a llevar adelante el próximo domingo. A mi lo que hagan los venezolanos con su reloj me es un poco indiferente –no tengo previsto visitar aquella maravillosa tierra- sin embargo he de reconocer que me encanta ver cómo hace el ridículo ante el mundo mundial el bárbaro que les preside. Ignoro los motivos que le llevan a aplazar sine die “su” cambio horario, aunque me imagino que aún estará intentando saber si tiene que adelantar o atrasar las manecillas del reloj.
Espero que la ridiculez de este bravucón anime en algún momento a sus compatriotas a largarlo de una vez por todas, aunque me reconozco injusto con los venezolanos en esta afirmación. A fin de cuentas Zapatero es muy amigo suyo y por aquí lo tenemos, pidiendo por favor que lo dejen estar en la misma cena que su despreciado Bush. ¡Vaya paisanaje!
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