Con la llegada del Otoño oficial se aproxima ese momento –ya sabéis lo que detesto esta medida- en el que en aras a un supuesto ahorro energético del 5% nos cambiarán de nuevo la hora, alterando una vez más nuestros biorritmos y sumergiéndonos de golpe en la oscuridad del invierno. Me sé diminuto e insignificante en esta lucha –que no es tal por reconocer de antemano la imposibilidad de ganarla- aunque no por ello dejaré de recordar lo incómodo, antinatural y dictatorial del cambio de hora al que nos someten dos veces todos los años. Mi tiempo es mío y no alcanzo a entender qué tipo de poder sobrenatural y divino inviste a quienes deciden quitarme una hora un día del año y añadirme una hora en otro día del año. Es decir, mandarme que un día viva una hora menos y otro una hora más.
Con todo lo detestable que me parece la medida, puedo –usando sólo la razón- alcanzar a entender la bondad que para nuestro sistema productivo y económico tiene la medida, sin embargo lo que soy incapaz de racionalizar es la delirante medida que ha adoptado el “gorila rojo”. ¡Amigo de Zapatero tenía que ser! El caudillo venezolano ha decidido –parece que con el asesoramiento de su hermano, a la sazón ministro de educación del mismo país- adelantar la hora –en realidad lo que quieren es atrasarla, aunque ellos son incapaces de manejar las manecillas de un reloj- de su país el próximo día 24 en ¡media hora! ¡Hala!, con un par.
Escuchar la intervención del presidente de aquel país –venido a menos por permitir la presencia de semejante energúmeno al frente del gobierno- es cuanto menos vergonzoso. ¿Cómo es posible que Venezuela haya llegado a esta situación? Era patético escuchar las explicaciones –totalmente contrarias a lo que en realidad querían contar a los venezolanos- del gorila y su hermano sobre lo que los millones ciudadanos que se supone estaban viéndolos por televisión tenían que hacer con el reloj.
Decía el hermano –se ve que han estudiado los dos en el mismo colegio- careciendo del mínimo sentido del ridículo que los escolares venezolanos, que entran a las 7 de la mañana al cole, tras el adelanto de media hora en los relojes al llegar al colegio encontrarían el sol más alto en el cielo.¿¿?? ¡Por la tele, en directo y para todo el país! No me extraña que el gorila sea amigo de Zapatero. Hacen lo mismo, nos cuentan milongas científicamente imposibles, matemáticamente inalcanzables, astronómicamente indescifrables y lo hacen en directo, por televisión y para todo el país. A la comparecencia en las escalinatas de Moncloa acompañado de la Ministra Chacón me remito.
Lo que no alcanzo a comprender es cómo no se produce una desbandada general en Venezuela. Si yo fuese venezolano correría. No sé hacia donde, pero correría. Posiblemente no saldría del país, pero correría, correría sin parar, porque solo con el ejercicio físico intenso y continuado se pueden eliminar las toxinas que el dictador Chávez les mete en el cuerpo a los venezolanos cada vez que sale a insultarles a la inteligencia en ese dechado de pluralismo y libertad que es el programa –su programa- televisivo “Aló, presidente”.
Los gallegos –que algo sabemos de emigración y por lo tanto de inmigración- tuvimos en Venezuela un destino preferente durante muchos años y muchos de los nuestros –la vida no es como la queremos escribir al principio- continúan allí inmovilizados emocionalmente por la semilla que hicieron fructificar en aquella bondadosa tierra -atesorando en un indómito rincón del corazón la indisoluble morriña- y sabiéndose polvo eterno de una tierra que no les vio nacer pero que sin embargo les dio la vida. Desde la distancia solo puedo lamentar que tengan que soportar a un individuo que tiene ademanes, gestos y actitudes que –con sangre, sudor y lágrimas- ya hemos conocido en momentos del siglo pasado en nuestro planeta.
Haga lo que haga con la hora el “gorila rojo”, nosotros no necesitamos cruzar el océano para contemplar especímenes dignos de ocupar alguna vitrina destacada en el Museo de los Horrores. No por el horror que pueden producir, sino por feos, por puro feos que son en sus poses y comportamientos. El Ministro de Justicia se lleva la palma –está consiguiendo desbancar a la Vicevogue- tras la actuación de patio de colegio que tuvo ayer. ¿A este hombre no le ha explicado nadie que es ministro del “Gobierno de España” recientemente descubierto por Zapatero? ¿Es necesario que para descalificar –este no intenta rebatir, sino directamente descalificar- a Angel Acebes adopte esa actitud de chulo de taberna? En marzo tenemos que tomar una decisión amigos blogueros y no nos podemos equivocar otra vez.
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