jueves, 27 de septiembre de 2007

Opinadores


Ayer leí las actas que publicaba El País de las conversaciones mantenidas en Texas entre Aznar y Bush antes de la guerra de Irak. Creo sinceramente que la aparición de este documento –lejos del objetivo que buscaba el periódico- no solo deja muy bien parada la figura de Aznar y sus planteamientos ante Bush sobre la intervención militar en Irak, sino que perjudica notablemente a la imagen de Zapatero. Más que nada porque –inevitablemente- se hacen comparaciones y si ya ZP por sí solo da la talla más baja que ha exhibido ningún gobernante en nuestro país, cuando se le compara en su mohína y anfibológica forma de gobernar con el mejor presidente de la historia contemporánea de España Aznar, por si a alguno le caben dudas- pierde hasta el último relumbrón de sus picudas cejas.

Se debatía ayer en algunos círculos sobre la conveniencia o no –tanto ética como periodística- de dar a conocer documentos de este tipo y eran en defensa de la idoneidad de su publicación, mucho más viscerales y ardientes los “opinadores” (otro palabro que le regalo a la RAE) próximos a la izquierda que aquellos que, sin buscar una ventaja política en la publicación de las actas, se entretenían más en valoraciones sobre lo público y lo privado de los actos de los representantes políticos.

Estoy de acuerdo con que esos documentos sean de general conocimiento, toda vez que nos sirven para comprender con mayor saber los matices que hacen que el mundo y nuestra vida sean como son. Lo que no alcanzo a entender es por qué los voceros de la izquierda defienden con todo su rosario argumental de progresía democrática la publicación de estas actas en la portada de El País –lo sé porque lo he leído en otro periódico digital, para no quedarme ciego leyendo ese panfleto ideológico con apariencia de diario- y sin embargo no se rasgan las vestiduras cuando su doctrinario boletín no hace ninguna referencia a las actas publicadas por el periódico de los terroristas en donde nos cuentan las andanzas de Zapatero y sus enviados entre la mugre pestilente de los asesinos de ETA para ver la forma en que quieren que España se arrodille ante ellos.

Ayer la inconmensurable –lo digo por su belleza y su facilidad de palabra, no por su vestuario- ViceVogue le respondía a Angel Acebes en el parlamento, refiriéndose al incumplimiento de la Ley de Banderas por parte de un importante número de instituciones entre las que se encuentran –para vergüenza de miles de socialistas madrileños- el ayuntamiento gobernado por el sucesor -¡Ay, que ya empezamos a lamentar su marcha!- de don Rafael, que no era más patriota el que imponía, sino el que convencía.

Vamos a ver señora mía. Eso precisamente –y me permitirá que utilice su intervención ante los representantes de la soberanía nacional- es lo que le pienso contar al Agente de la Guardia Civil, al Director General de Tráfico y al mismísimo juez –si llega el caso- cuando el agente de la Benemérita me dé el alto tras comprobar que el radar ha detectado mi vehículo a 180 km/h. Porque ese es el mensaje de su contestación a Acebes ¿no? El tardón en dimitir Pere Navarro no debe encomendarle a la Guardia Civil que me denuncie si circulo a esa velocidad por una autovía, sino que debe convencerme –lo tiene difícil, porque no hay argumentación razonable- de la bondad que lleva parejo el cumplimiento de la norma que me limita la velocidad... Es así, ¿verdad?

Lo dicho, inconmensurable por su belleza y por su facilidad de palabra, porque lo que es por su capacidad para argumentar los motivos que llevan a su gobierno a permitir el flagrante delito que se está cometiendo a lo largo y ancho de éste país –con aportaciones chulescas por parte de destacados ediles socialistas- en eso doña Teresa no pasa de ser una fantasmal aparición –alejada completamente de la imagen que pueda adoptar cualquier meiga- que va impregnando de ectoplasma la sumisa cabeza de quienes, por no llevarle la contraria para no perder su chollo, la alaban en público.

Moura me enseñó una vez uno de estos modernos marcos digitales en los que con una simple tarjeta de memoria podemos contemplar con la periodicidad que establezcamos una serie de fotografías. No te fíes –me dijo- de las fotos que he puesto en esa tarjeta, refiriéndose a las que en ese momento aparecían en la pantalla. Allí estaban, entre otros, la ViceVogue, el alcalde Dionisio, “los de siempre” –que han obligado a renunciar a Eduardo García exalcalde socialista de Aranjuez a continuar en la tertulia que los dos manteníamos los miércoles a las 19’30 en Onda Cero Aranjuez (90.7 FM), aunque con eso no conseguirán mi silencio en ese espacio- y los Woody WoodPeckers.

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