Un reciente estudio sobre contaminación acústica en el mar realizado en Baleares y Canarias informa sobre el creciente aumento de dicha contaminación, especialmente en los meses de verano. Las causas parece que tienen que ver con el ruido de los ferrys que transportan pasajeros y mercancías a las islas y con el de las embarcaciones de recreo a motor. Tiene importancia este tipo de contaminación en el mar entre otras cosas porque los cetáceos –ya sabéis, ballenas, cachalotes, delfines, orcas y marsopas- se comunican por sonidos y la contaminación acústica de su medio les provoca importantes trastornos de orientación.
Al leer la noticia me vienen a la memoria las bellas imágenes de grupos de arroases –así se llaman en Galicia los delfines- recorriendo durante horas las frescas aguas de la Ría de Camariñas –aunque debiera ser de Muxía- su velocidad, la poética inclinación con la que se sumergen en las aguas del Atlántico para, a continuación, volar literalmente por encima del salado elemento permitiéndonos compartir con ellos su belleza y su libertad. Espero que la contaminación no llegue a desorientarlos impidiendo que se acerquen a aquellas costas.
Indudablemente debe existir algún otro tipo de contaminación que desoriente a algunos ejemplares de la especie humana. Es más, debe ser una contaminación contagiosa y debe producir una afección cerebral de tal calibre, que impide que los contaminados se relacionen coherentemente con la realidad en la que viven. No sé cómo se llamará esa afección ni qué tipo de contaminación la producirá, pero solo así es posible explicarse lo de Zapatero con las ayudas a jóvenes para pagar el alquiler de sus viviendas. Me imagino –como ya os he contado en anteriores post- que tiene que ver con la contaminación que la cercanía de las elecciones puede causar en la decencia de algunos de nuestros gobernantes.
La medida en sí -de indiscutibles tintes electoralistas- va a provocar un inmediato aumento en el precio de las viviendas de alquiler de tal manera que no ayudará a los destinatarios del electoralista invento, ya que verán cómo el precio de los alquileres se aleja de sus posibilidades económicas en la misma medida de la subvención que recibirán. Y lo malo es que ese aumento previsible del precio de la vivienda de alquiler afectará también -y en una medida mucho más desproporcionada- a quienes queriendo alquilar una vivienda no puedan acceder, ya sea por edad o por ingresos anuales, a la subvención. Estos también comprobarán cómo –sin olerlo ni comerlo- los alquileres les resultarán más caros y además una parte de sus impuestos será utilizada por Zapatero para pagar las subvenciones que generarán el aumento en el precio de los alquileres. Vamos, un pan como unas hostias.
Estamos a tris de comprobar cómo el gobierno de Zapatero extiende el conocido y adormecedor PER -con tanto acierto electoral utilizado por los socialistas en Andalucía y Extremadura- a todo el país. Si los españoles consentimos que el superávit en las arcas de Hacienda -conseguido con el esfuerzo de todos- sea utilizado por Zapatero para pagar su campaña electoral, estaremos convirtiéndonos en cachalotes desorientados por la contaminación que la indigencia ética y estética de Zapatero ha generado en nuestro país.
El show de las camisetas ofrecido ayer por sus señorías en el Congreso de los Diputados, no hace sino confirmar una realidad que la mayoría de españoles tenemos clara a estas alturas del año. Necesitan irse a sus casas. Hay que renovar aquella “casa de todos” –lo entrecomillo porque no es cierto- permitiendo que nuevas personas, con interés e intención de solucionar nuestros problemas, ocupen esos escaños. En eso se gastan nuestros cuartos los nacionalistas. Porque el diseño de la camiseta de la “supuesta” selección catalana tiene que haber costado una pasta. Vamos, un riñón. ¿Pagarán ese tipo de “inversiones” con los euros que generosamente les hace llegar Zapatero para infraestructuras? Me temo que así es.
Bueno, pues como lo hacen con mis impuestos estoy en condiciones de exigir sobre el cómo, el cuándo y el qué del gasto y, como veo que Zapatero no está por cortar legalmente con este tipo de esperpénticos ataques a la soberanía española, exijo que el espectáculo sea de mi agrado. Es decir, nada de ir a enseñar camisetitas de colorines que satisfagan las ínfulas soberanistas de cuatro vocingleros. ¡A partir de ahora gayumbos! Que nos enseñen desde la tribuna distintos diseños de gayumbos que satisfagan las expectativas de los miles de jóvenes que –cual pingüinos al más puro estilo Cantinflas- transitan por nuestra vida enseñándonos aunque no lo queramos ver, no ya el nombre impreso en el elástico de la marca de tan pre-escatológica prenda, sino su totalidad e incluso –en numerosísimas ocasiones- su contenido.
Eso sí, que no se le ocurra al diputado de ERC Joan Puig aparecer en gayumbos por el Congreso. Ya se me revolvió bastante el estómago cuando lo vi en bañador en su asalto a la piscina de Pedro J. ¡De “pasarela” el nacionalista de marras!
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