miércoles, 11 de febrero de 2009

Muflones con alas

pompeya Los impagos de compras a plazos se disparan. Es sin ningún género de dudas una de las noticias más destacadas en los distintos medios de comunicación. Me imagino que a nadie pillará desprevenido este último respingo de la economía nacional que –no creo que aún queden incrédulos que duden esto- tiene una situación infinitamente peor que la de cualquier país de nuestro entorno. Cuando de cada diez nuevos parados de la Unión Europea nueve los ponemos nosotros –mejor dicho Zapatero, para hablar con propiedad- no podemos sino esperar un desmesurado aumento de los impagos en nuestro país.

Es esta una triste noticia que nos sitúa una vez más en la cruda realidad que nos rodea y empieza a ahogarnos. Estamos en la hora en que los cantos de sirena del nefasto Zapatero o las somnolientas mentiras de Solbes –¿dónde habrá dejado su dignidad este hombre?- ya no consiguen alimentar ficticias frivolidades de crecimiento y empleo. Cerca de dos millones de españoles no tienen ningún tipo de cobertura económica y los comedores sociales –fundamentalmente los ligados a la Iglesia Católica, la del vilipendiado Rouco- ya no dan abasto para atender la demanda.

En esta situación que nos inunda uno tiene la necesidad de hacerse algunas preguntas en voz alta. ¿Cuánto cuesta una cacería de muflones? ¿Es de recibo esa ostentación por parte de un juez –mientras tenía en los calabozos durante varios días a los detenidos en su sorprendente redada en la que ha imputado a tres cargos públicos del PP- y por parte de un ministro rojo –así se ha definido él mismo- y un importante número de altos cargos de su ministerio?

Que les privan estas costumbres de los sectores económicamente más pudientes -¡anda! igual que a Franco- ya lo sabíamos, pero que tengan la desfachatez de practicarlas en estos momentos de penuria para millones de españoles dice muy poco en favor de su sensibilidad, su solidaridad y sus valores.

¿Quién habrá pagado la cacería? ¿Habrán ido a pachas? ¿Habrá invitado el juez estrella al rojo Bermejo casualmente en los mismos días en los que estaba deteniendo e imputando a empresarios presuntamente relacionados con pagos a cargos del PP? ¿Habrá sido el mal encarado ministro el que haya aflojado la mosca invitando al juez que está imputando a sus adversarios políticos? ¿Los altos cargos del ministerio no serán los que hayan invitado a ambos sin caer en la cuenta de los acontecimientos que casualmente rodeaban a la actuación del juez Garzón en esos días, verdad?

A lo mejor el que ha invitado ha sido el dueño de la finca o de la caza –que no siempre es el mismo- con vaya usted a saber qué intención, y si así ha sido ¿es asumible éticamente que ambos hayan aceptado la invitación? A estas alturas a otros ya les habrían exigido que presentasen los justificantes de pago de la cacería de gaviotas. Sea como sea, una ostentación inmoral en estos tiempos.

De lo que hablasen antes del taco, en el taco y después de taco –como dice mi buen amigo Juan Van Halen- no voy a preguntar nada. Lo que menos me apetece en este momento es que me cuenten una mentira. Además ¿algún español no tiene claro de lo que hablaron?

Ya lo sabéis amigos blogueros, Publio Clodio Pulcro fue juzgado y condenado por engaño y sacrilegio y Pompeya fue repudiada por Julio César.

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