jueves, 25 de octubre de 2007

Se nace


Un hijo de puta ¿nace o se hace? Es casi una pregunta del mismo sentido que la del anuncio de Antonio Banderas, “¿es lo que soy o es lo que tengo?”, indudablemente lo que soy. Pues con el hijo de puta, independientemente de la condición de su madre ocurre lo mismo, nace.

Digo esto porque en los análisis que algunos están realizando sobre la salvaje agresión de un verdadero hijo de puta a una joven ecuatoriana, quieren empezar a atisbar responsabilidades sociales ligadas a su ambiente familiar, etc, etc. Pues no nos confundamos -mejor dicho, que no nos quieran confundir- que una cosa no tiene que ver con la otra. Un ambiente familiar falto de cariño y de referentes éticos y morales, un ambiente familiar en el que los patrones de conducta hayan estado más cerca del hampa que de los valores de solidaridad y responsabilidad propios de una familia de nuestro entorno social y geográfico, podrán generar un ser desgraciado, desarraigado, con mayúsculos problemas para vivir integrado socialmente, pero el tal Sergi Xavier -a lo mejor a este le ocurre como a don Josep Lluís Carod con lo de la pronunciación de su nombre- es un hijo de puta.

Y además de esa condición -en la que seguramente su madre no habrá intervenido- este individuo, cuya cara y aguerrida hechura conoce ya medio mundo gracias a su miserable agresión, tiene un malévolo componente en su comportamiento que sí es achacable a la sociedad en su conjunto y a determinados periodistas del estiércol en concreto. Que alguna cadena de televisión haya tenido la desfachatez y la falta de dignidad de pagarle 1.000 euros a este animal por una entrevista, entra dentro del capítulo de alienaciones con el que estamos llegando a los momentos más gloriosos de la bajeza humana.

Podía ahorrarme el comentario, pero me niego a ser cómplice con mi silencio de tamaño envilecimiento de nuestra sociedad. Ahora ¿qué viene?, ¿cuál es el siguiente paso que darán para enriquecer al agresor y para degradar a los espectadores de esos programas? Mientras la justicia intenta encontrar un camino para meter entre rejas a este individuo -apañados estamos con algunos fiscales- a lo mejor se les ocurre contratar a Sergi, al hijo de puta Sergi, para que nos cuente la conversación que mantenía por el móvil mientras cometía la animalada, o que nos relate en dónde -y con qué finalidad- aprendió a dar así las patadas en la cara. O a lo mejor se les ocurre llevarlo ante la joven agredida para que en directo y en vivo podamos comprobar el horror que la pobre chavala sentirá al verlo.

De esa parte del asunto sí tenemos bastante responsabilidad la sociedad. Que un hijo de puta nazca es algo inevitable -ni los partidarios del aborto sabrían cómo detectarlo en el vientre de la madre y, por lo tanto, no sabrían a qué mujeres hacer abortar- pero que un hijo de puta se convierta en el protagonista de algunos programas de teleestiércol emitidos en Prime Time de la parrilla y encima pagándole, eso se puede evitar cesando y despidiendo a todos los que hayan intervenido en el tema.

De la misma forma que la falta de actuación del fiscal no puede quedar sin consecuencias, porque lo grave -siendo gravísimo- no su inactividad inicial en este caso. Gracias a la difusión, fundamentalmente en Internet, del video de la agresión la clamorosa indignación social ha llevado al fiscal a intentar paliar su error, pero ¿cuántos casos similares, con idénticas actuaciones -mejor dicho, falta de ellas- no ocurrirán en nuestro país que quedarán sin el debido castigo a los agresores al no tener una grabación de vídeo rodando por Internet?

¿Es que acaso nos tenemos que convertir los ciudadanos en policías y fiscales? ¿No pagamos impuestos para que así no sea? ¿No tenemos unas leyes para que se cumplan? ¿Es esta la tan cacareada sensibilidad de la administración en los asuntos relacionados con la violencia de género, la xenofobia y el racismo?

La joven ecuatoriana, dentro de la injustificación más absoluta por la agresión de que ha sido objeto, puede tener la satisfacción de que el gobierno de su país, Ecuador, ha decidido actuar con todos sus medios. Pero las mujeres de los países en los que su vida -por el mero hecho de ser mujer- no valga nada, las de los países que Zapatero quiere abrazar en su Alianza de Civilizaciones, que se crucen con un hijo de puta como Sergi y no tengan la suerte de que una cámara de vídeo grave la agresión, las que no se puedan sentir respaldadas por el mismo clamor social porque no lleguemos a conocer el hecho… ¿dependerán de la teleestiércol?

Pero, no nos despistemos. Sergi Xavier sería igualmente un hijo de puta aunque la joven ecuatoriana hubiese sido menos joven, española e incluso varón. Ese individuo es un hijo de puta esté ebrio o sobrio.

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