jueves, 18 de octubre de 2007

Los méritos


Una de las últimas ocurrencias aparecidas en Internet tiene que ver con el campeonato del mundo de Fórmula Uno. Es ni más ni menos que la creación de una página, 'pinchalaruedadeHamilton.com', en donde –virtualmente- podemos ponerle una chincheta o un erizo a Hamilton en el punto del circuito de Interlagos que deseemos para echarle una mano a Fernando Alonso en la definitiva carrera del próximo domingo.

Desde luego no es el modo más limpio de competir, aunque sí es el modo en el que destacados personajes públicos de nuestro país –como es el caso del friki Pepiño- están dando ejemplo a nuestros hijos. Si hay que hacer trampas –vienen a decir con sus mensajes y sus actuaciones- pues se hacen y andando, que aquí no pasa nada. Toda una legislatura de embustes, triquiñuelas y trolas con el único objetivo de ganar las próximas elecciones como sea.

Ayer se le calentó la boquita al ministro bravucón –lo veo más detrás de la barra de una taberna desatendiendo groseramente a sus clientes- y nos adelantó lo que para nadie puede ser una sorpresa, que volverán a negociar con ETA. Si ganan. Ahí es en donde los ciudadanos tenemos la mejor herramienta para impedir de nuevo el camino de la claudicación ante los mafiosos del terror, en las urnas. Ahí es en donde nos podemos librar de tanto mediocre, mentiroso, matón, vendedor de mantas. Ahí –aunque no solo ahí- es en donde podemos empezar a ganar nuestro futuro. En las urnas.

Cuando durante unas breves horas el espíritu tiene la dicha de recibir la luz, el olor, las sombras y el refrescante vaivén de las olas del ancho Atlántico en Galicia, todo se relativiza para dar paso a la reflexión. En esa manera distinta de medir el tiempo, su paso y su expectación, todo adquiere una dimensión distinta, más pegada al suelo aunque menos terrenal, más perceptible aunque menos medible, más sencilla aunque menos simple.

Es el tiempo de Moura, mi encantadora amiga Meiga, el tiempo de la percepción, la sencillez, el tiempo en el que las cosas son como son y valen lo que valen, el tiempo en el que entendemos que si las puertas son para abrir, mejor no ponerlas y en el que somos conscientes de que lo importante no es llegar, sino andar el camino. Galicia tiene eso. Te acercas con todos los sentidos abiertos a experiencias inolvidables y el primero –que no el único- que satisfaces es el del contacto con la vida, ese que ocupa un sexto lugar en una vida de cinco.

Cuando un alcalde de un municipio deja sin transporte escolar a un determinado número de niños a sabiendas del gravísimo trastorno que les ocasiona a ellos y a sus familias, y cuando persiste en el hecho sin más argumento que el “por que sí” haciendo oídos sordos a las llamadas a la sensatez que le hacen padres y opositores políticos ¿ante que nos encontramos? Ante un mal alcalde. Ante una persona que antepone sus intereses partidistas y sectarios al bienestar de los niños a quienes se supone ha de servir a través de su cargo. Ese es el alcalde socialista de Aranjuez. El alcalde Dionisio.

Podía venir Javier Sardá a explicarles a los niños ribereños que no deben votar a Dionisio, aunque claro, esa cuenta ya la habrá hecho este alcalde y seguro que cree que los votos de los padres de esos 70 niños no son importantes.

Espero disfrutar del triunfo de Fernando Alonso el próximo domingo por méritos propios –que los tiene de sobra- sin necesidad de pinchazos de su rival. El friki Pepiño no.

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