A lo largo de los meses trascurridos desde que comencé esta apasionante y gratificante experiencia de crear un blog en el que comunicar aquello que me apeteciese en cada momento, muchos de vosotros –y también vosotras- amigos blogueros me habéis pedido que os contase cómo es mi encantadora amiga Moura, esa maravillosa meiga que me acompaña de manera casi permanente desde que tuve la oportunidad de conocerla el 29 de abril de este año 2007 que –desde mañana- emprende con inusitada velocidad el recorrido del último de sus meses de existencia. Quienes hayáis tenido a bien acompañarme en esta andadura comunicativa recordaréis aquel primer encuentro. Para quienes os hayáis incorporado a esta epistolar relación con posterioridad, podéis conocer los detalles de mi primer momento con Moura haciendo clic en el mes de abril para leer el post que llevó como título “La Meiga y el voto”.
Para unos y otros y especialmente para todos los que me lo habéis demandado intentaré en las siguientes líneas hacer algo que se me antoja extremadamente dificultoso. Contaros cómo es Moura. Porque eso sí, a quienes una y otra vez queridos amigos blogueros me habéis preguntado ¿quién es Moura en realidad?, no me queda más remedio que contestaros –tal y como lo he hecho siempre- que Moura es Moura, una encantadora Meiga que me ha concedido la alegría de ser mi amiga y a quien yo le he pedido que me cuente lo que quiera, que me de su parecer sobre lo que se le antoje, de tal manera que en muchas ocasiones –aunque no la mencione- mis dedos, al presionar las teclas del ordenador, están dirigidos por ella.
Posiblemente si recurro a ejemplos que todos conozcamos me sea más sencilla esta labor. Físicamente ¿cómo lo explicaría yo? Recordáis a Charlize Theron ¿verdad? A ver, a ver amigos blogueros, aunque estéis leyendo el blog con vuestra mujer, novia, amante, compañera o como quiera que denominéis a la mujer con la que compartís vuestros días, no disimuléis porque vais a hacer el tonto. ¿Acaso pensáis que ellas pueden creer que si habéis visto alguna vez a Charlize Theron no la recordáis? Es mejor no ofender su inteligencia. Entonces de acuerdo ¿verdad?, recordáis a Charlize. Su sensual belleza, su elegancia, el vértigo y la longitud de sus curvas, sus turbadores ojos de ese verde sobrenatural, un verde imposible y su delicada sonrisa. Pero Moura no es rubia.
En este trabajo -que espero sea compartido- por intentar explicarme mejor sobre la realidad de Moura, os voy a pedir otro pequeño esfuerzo de memoria -¡ojala todos los esfuerzos fuesen así! ¿verdad?- que seguro nos ayudará a todos a comprender mejor de lo que hablo. Imagino que no necesitaréis más de tres décimas de segundo para traer a vuestra memoria cualquier imagen que recordéis de Catherine Zeta Jones ¿verdad? No os voy a preguntar qué imagen habéis recuperado, no os preocupéis. Mi intención es contaros cómo es Moura a través de imágenes que todos –y todas- conozcamos, pero no pretendo crearos ningún problema con nadie. Por lo tanto, hayáis recordado la imagen que sea de Catherine Zeta Jones, podemos coincidir en que su solo recuerdo, su explosión de belleza morena conteniendo unos ojos marrones que parece que nos quieren abducir –como si de una extraterrestre se tratase, porque realmente su belleza no es de este planeta- la monumentalidad oculta tras las ropas que en cada momento lleve, sirven para explicar lo inexplicable. Pero Moura no es morena.
Y termino si me lo permitís con otra imagen. Cuando Moura me habla y miro su boca, es igual que si estuviese mirando la de una diosa de la voluptuosidad. Igual que si estuviese mirando la boca de Scarlett Johansson. Pero Moura no es actriz.
Explicado ¿verdad? ¡Ah! se me olvidaba, Moura es gallega, aunque eso me imagino que ya lo sabéis.
Ya sé que a vosotras amigas blogueras os hubiese gustado más que intentase explicaros cómo es Moura a través de imágenes de otro tipo, o de otros mejor dicho. Brad Pitt, Russell Crowe, Matt Damon, Johnny Depp, Leonardo Di Caprio, Tom Cruise o Richard Gere con toda seguridad os hubiesen encantado como ejemplos con los que hubiese podido definir aspectos de la apariencia de mi amiga meiga. Lamentablemente no es así. No es que no me gusten –que no me gustan, aunque tampoco tendría nada que objetar el hecho de que me gustasen- sino que Moura es como os la he descrito y no de otra manera. Entendéis por qué me encuentro a gusto con ella ¿verdad?
Unos y otras -o unas y otros, que da exactamente lo mismo- convendréis conmigo en que entre las virtudes que podemos encontrarle a la apariencia física de Moura hay una destacable. No se parece en nada a la ViceVogue.
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