La forcípula es el aparato que se usa para medir el diámetro de los árboles antes de su apeo. Es lo que algunos llamarían equivocadamente calibre ya que, forestalmente hablando, el calibre solo hace referencia al espesor del corcho en aprovechamiento del alcornoque. Esto está bien, pero yo me pregunto ¿la forcípula sirve también para medir tarugos? Porque si así fuese, estaríamos en condiciones de medir el tamaño no sé si de uno o varios tarugos.
Absortos en sus endiosados pensamientos, los gobernantes socialistas del Ayuntamiento de Aranjuez, con el alcalde Dionisio a la cabeza, están empeñados en alejarse a la carrera de los intereses y necesidades de los ciudadanos. La mayoría absoluta se les ha instalado como una cuña en el engranaje que permite la rotación adecuada de las neuronas (las neuronas no rotan, pero siempre es bueno dejarles que crean que lo pueden hacer, fundamentalmente para que sean más felices –una neurona feliz siempre trabajará mejor-) impidiéndoles la percepción de la realidad circundante.
Aunque el discurso oficial habla de cercanía a los ciudadanos y apoyo a sus actuaciones últimas, la realidad –la puñetera y cruda realidad- es que cada día están más alejados de los ribereños, cada día atienden menos a la solución de sus problemas y su barco, el barco del poder, empieza a hacer agua por algunos boquetes y más de uno se ha tirado porque no están de acuerdo con las órdenes del capitán y no quieren que les pille el remolino en el hundimiento.
Las subidas endilgadas a las tasas e impuestos en el Ayuntamiento de Aranjuez con el único -aunque suficiente a efectos legales- voto de los socialistas, está poniendo de manifiesto la lejanía existente -a seis meses vista de las pasadas elecciones- entre el gobierno socialista al que le dimos la mayoría absoluta en las urnas los ciudadanos y nuestros legítimos intereses. Y digo bien, la mayoría absoluta que le dimos los ciudadanos. Yo voté al PP al igual que otros muchos miles de ciudadanos y con nuestro voto contribuimos a conformar la distribución actual de la Corporación Municipal de Aranjuez.
Con los votos –esto algún advenedizo a la democracia desde las filas del “rojerío” no lo entiende- sean del signo que sean, pasa lo mismo que con los impuestos. Los introducimos en una urna única –igual que la caja del Estado- y con ello contribuimos al mantenimiento del sistema y el resultado final es fruto de la aportación de todos. Pues bien, no les dimos la mayoría absoluta para que nos frieran a impuestos y ellos, cual tarugos cuyo diámetro –el de su taruguez- intentaremos medir con una forcípula –no sé si registradora, finlandesa u óptica- se empecinan en trabajar contra nosotros, contra los ciudadanos a quienes tienen que servir.
Eso –les pasará igual que a Zapatero- no sale gratis.
Verdaderamente hemos de reconocer que somos unos mantas. ¿Cuánto hace que descubrimos América? Aproximadamente 515 años. Si como dice Hugo Gorila Chávez nuestros antepasados les cortaron la garganta para traerlos a la civilización, mal, muy mal, totalmente reprobable. Pero igualmente reprobable es el hecho de que 515 años después no hayamos sido capaces de enseñarle a hablar español correctamente al simio golpista que hoy dirige con mano de hierro Venezuela, un país hermano que de la mano de este sátrapa tirará por tierra la riqueza de aquel paraíso. Somos unos verdaderos mantas.
Insiste el gorila rojo en que el Rey de España le pida disculpas. Ignoro hasta qué punto Moratinos y su trupe pueden presionar a nuestro monarca, pero tengo clara una cosa. Como Don Juan Carlos, que actuó como legítimo representante de la dignidad de España ante el golpista, haga el más mínimo gesto de claudicación ante Chávez, ante el bruto venezolano, ante el golpista, me envuelvo en la bandera republicana para participar en la orgía de desatino e indignidad que generará. Y lo mido con una forcípula.
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