He leído las declaraciones de monseñor Ricardo Blázquez, Presidente de la Conferencia Episcopal Española y obispo de Bilbao en relación a la memoria histórica y realmente no sé si está pidiendo perdón o no. Es más, si lo hace, no sé si lo hace en nombre propio o en nombre de los católicos. No sé tampoco, si lo hace, por qué hechos y de cuándo esos hechos. Si hay que pedir perdón por algo se pide, pero me gustaría, si lo hacen en nombre mío, conocer al menos los motivos.
La memoria histórica y la memoria colectiva son dos conceptos creados para intentar manipular algo que pertenece individual e indisolublemente a cada persona y que solo así, colectivizándolo, puede ser modificado. La memoria es una facultad individual que no se tiene colectivamente, lo que no imposibilita que sea ejercida de forma individual ante el colectivo. Es decir, que a lo mejor monseñor Blázquez tiene en la memoria –la suya- algo que yo no tengo en la mía.
Resulta cuanto menos curiosa (seguro que os vendrán a la cabeza cientos de adjetivos para calificarla) la celebración de un pleno del Ayuntamiento de Aranjuez el pasado lunes. Era una convocatoria extraordinaria para desatascar la enorme cantidad de asuntos pendientes que arrastraba la Corporación Municipal. Fundamentalmente iniciativas de la oposición.
Visto así, sin mayor profundización en el análisis, se podría caer en la tentación de aplaudir la convocatoria realizada por el alcalde Dionisio, toda vez que parece que con la celebración del pleno está dando vía libre al democrático debate de las propuestas de los grupos municipales de la oposición. Sin embargo antes de aplaudir será mejor que conozcamos los motivos de tan excepcional convocatoria del pleno.
La gran cantidad de asuntos pendientes que fueron a ese pleno tienen su fundamento en el chusco intento del alcalde Dionisio por marcar los tiempos –los políticos- en una vana pretensión de ningunear y minimizar la incidencia que el trabajo de la oposición municipal pueda tener ante la opinión pública. Las propuestas –en su inmensa mayoría de la oposición- guardan siempre un indudable sentido de la oportunidad política, que el alcalde Dionisio rompe –o al menos lo intenta- con la sui géneris regulación que hace de los plenos municipales. No fueron debatidas en su momento no por falta de tiempo, sino porque el alcalde Dionisio no lo permitió.
No debatir por falta material de tiempo para hacerlo puede tener una justificación, pero no debatir –obviando los intereses de los ciudadanos- por capricho regulador del alcalde Dionisio, es una perversión de las potestades y competencias que la ley le otorga a un alcalde. Una perversión –cuando no prostitución- que los ciudadanos a buen seguro no tardaremos en percibir, ayudándonos a hacernos una idea bastante exacta del talante demoregulador y dialoembaucador del socialista alcalde de Aranjuez, Dionisio.
No todas las propuestas de la oposición municipal son de interés general de los ciudadanos. El PP genera un importante número de propuestas que intenta llevar a las distintas Comisiones y al Pleno de la Corporación y algunas de ellas seguro que no responden a lo que la mayoría de los ciudadanos podamos pensar –faltaría más, Dios aún no ha decidido presentarse en ninguna candidatura- pero la lectura de todas ellas me lleva a manifestar que están infinitamente más cerca de las necesidades y los problemas reales de los ribereños de lo que puedan estarlo las subidas de tasas e impuestos aprobadas por los socialistas ribereños, dejar sin transporte escolar a 70 niños o el decreto del alcalde Dionisio que premiaba –y sigue premiando- a determinados trabajadores municipales próximos, muy próximos, sospechosamente próximos.
La política como espectáculo, como show, está llegando a niveles insospechados. Intentar competir con un programa de televisión –por cierto de los malos, malos, malos- dirigiendo el Pleno Municipal a golpe de “59 segundos”, es patético.
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