En cuanto uno pone los pies en
China, percibe con claridad que está en otro mundo. En el mismo planeta pero en otro mundo. Enormes diferencias y por lo tanto enormes parecidos. Cuando uno se desplaza más de
9.000 kilómetros en avión es imposible pensar que los olores, los colores, los sonidos, las lenguas puedan ser iguales a las del punto de partida. Y por supuesto las costumbres, las tradiciones, la cultura, solo se pueden parecer en aquello que haya sido mimetizado a través de las pantallas de televisión o las redes informáticas.
Valorar si mejor o peor que lo nuestro sería una petulancia tan irresponsable como innecesaria. Lo que sí me atrevo a trasladar a este vuestro/mi Blog son sensaciones, en la medida en que sea capaz de narrarlas sin pervertir con los sentidos lo recibido con los sentimientos. Moura –que no estuvo en China porque no venden billetes para meigas en las compañías aéreas- siempre insiste –y a fuerza de experimentarlo he comprobado que lleva razón- en llegar a los sentidos a través de los sentimientos, nunca al contrario aunque eso conlleva el riesgo de que cuando se lleva al papel, cuando se pone negro sobre blanco, la dirección es justo la contraria. Pero nadie está -ni debe estar- exento de dudas e incertidumbres al moverse a través del mundo de los sentimientos.
Si tuviese que quedarme con dos cosas para poner un punto de exclamación en lo vivido en aquellas lejanas tierras, una imagen y un espíritu. La imagen de las decenas de miles de bicicletas con una cadencia en el pedaleo solo ejecutable por quienes son expresión contemporánea de tradiciones milenarias, y un espíritu, el que les lleva a dar siempre la misma respuesta, “no hay problema”. Sobre las bicicletas y el pedaleo milenario otro día hablaremos un poco y entonces os contaré –recordádmelo si se me pasa- cómo funciona el tráfico en una ingente urbe como Beijing, en donde estoy convencido tienen como responsable de esa materia a algún aventajado discípulo de nuestro Pere Navarro, al día de hoy todavía Director General de Tráfico.
Cualquier solicitud, cualquier pretensión, cualquier necesidad planteada allí –solo tengo experiencia en las estrictamente legales- obtiene una respuesta inmediata, “no hay problema”, que a todas luces se ve les sale formando parte de su manera de ser, de su forma de entender la vida y las relaciones con los demás. Ahí te das cuenta –por si antes no lo habías hecho- de que no estás en España, ni siquiera en Occidente. Cuando te responden así dos, tres veces –las primeras-, crees que estás pidiendo algo fácil para ellos, que has tenido suerte, que has ido a caer en el sitio adecuado…pero cuando la respuesta se repite en sitios, con personas y con solicitudes distintas, en ese momento empiezas a darte cuenta de que son otra historia.
Luego la cosa podrá ser o no podrá ser, se podrá hacer o no, será posible o totalmente imposible, pero la primera respuesta, la actitud, la predisposición, el ánimo, es el de intentar hacer. Es aquello de “por mí que no quede”. Y no digo yo que esto sea siempre bueno, ya que un “no hay problema” inicial para una petición que se muestra imposible de satisfacer con el paso del tiempo, lo que provoca es una pérdida de tiempo que a veces se torna demoledora para los intereses del peticionario. Pero el tiempo también se vive allí con un ritmo distinto.
Os cuento esto amigos blogueros porque estoy viendo que Zapatero –que debe haber viajado mucho- ha conseguido trasladar este aspecto de la cultura china a una parte de su Gabinete. Por eso rompe su compromiso de “candidaturas cremallera” y en el número dos por Madrid no llevará a una mujer, sino a Pedro Solbes.
El Vicepresidente Económico del gobierno de Zapatero –que nunca ha ejercido como tal- había anunciado su intención de no continuar tras las elecciones, pero tras la oportuna orientalización -otro palabro que le regalo a la RAE- a que lo ha sometido su jefe de filas, ha pasado de la negativa más razonable y recalcitrante a los tics dadivosos y engañabobos de sus compañeros del Consejo de Ministros –alquileres para jóvenes, cheques por nacimiento, etc. etc.- a asumir como propio este aspecto de la forma de ser de la población china. Ahora –por eso va de número dos- cuando Zapatero le dice a Solbes que va a subvencionar a medio país, el achinado Don Pedro le dice “no hay problema”. Cuando entiendan que es imposible ya habrán reventado las arcas del Estado y nuestros bolsillos.
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