miércoles, 26 de marzo de 2008

Blanco y en botella


Estamos en España. De eso no hay duda, pero por favor que nadie se moleste por esta afirmación que encierra –no puede ser de otra forma- retranca. Es igual que aquello de “si hoy es miércoles y hace sol, yo soy José María Cepeda”.

Los mass media más pendientes de los nombramientos para opositar que debe hacer el Partido Popular que de los que nos desgobernarán durante cuatro años, que corresponden a Zapatero.

El ínclito Bono –próximo Presidente del Congreso a golpe de claudicación y talonario ante los nacionalistas- en un alarde de su buen hacer como futuro árbitro moderador de los debates parlamentarios, a leñazos con la guía telefónica en la cabeza de los nacionalistas, me imagino que con la sana intención de justificar un aumento de las prendas a pagar a los grandes beneficiados del grueso error de nuestra Ley Electoral.

El gabinete de imagen y mentiras del friki Pepiño trabajando a destajo para presentarnos al gris y parcial -solo ve las cosas por un lado, por el de sus intereses partidistas- José Antonio Alonso, Ministro de Defensa en funciones, como nuestro amigo de toda la vida Toño, nuevo portavoz de los socialistas y las ocurrencias de Zapatero en el Congreso de los Diputados.

¿Qué? ¿Estamos o no estamos en España? No es cuestión de molestar a nadie, pero en otros lugares no ocurre esto porque –lo queramos o no- la vida política también se rige por unos parámetros de lógica y cordura que aquí nos pasamos por el arco del triunfo.

Parece mucho más lógico que el interés de los medios de comunicación estuviese centrado en el próximo gobierno que ha de nombrar Zapatero, así como en las líneas que marcarán su discurso de investidura. Saber los motivos, por ejemplo, por los que puede mantener a un mal ministro como Bermejo- más merecedor de un papel de bravucón de taberna en una película del Oeste americano que del cargo de Ministro de Justicia- debería ser un buen motivo de estudio, análisis y debate por parte de los medios. Posiblemente nos ayudarían así a comprender mejor la flipante personalidad de quien gobernará –ojalá haya aprendido el significado de ese verbo tras sus cuatro años de ocupación de la Moncloa- este país nuestro durante la legislatura que ahora comienza.

Lo de Bono, es natural como la vida misma. Si quiere el cargo tendrá que tragar con las imposiciones nacionalistas –y tragará, ¡vaya si tragará!- pero su necesidad de demostrar por qué un día se presentó como candidato a la Secretaría General del PSOE frente a Zapatero –y perdió- su ansia por marcar la diferencia, le lleva a repartir mamporros a troche y moche entre los nacionalistas. ¡Eg que eg superior a sug fuerzag! Luego vendrá el soso Solbes soltando la tela para reparar afrentas.

Toño Alonso. ¿Vosotros, amigos blogueros, habías oído hablar alguna vez de Toño? ¿A que no? Igual que yo. Pero es que estos socialistas son unos artistas en el manejo de los medios y los mensajes. Convierten al ministro que por orden de Zapatero mantiene a cientos de militares españoles en guerras a lo largo y ancho del planeta, al que se le han muerto ya un buen número de compatriotas nuestros en acto de servicio –la guerra como servicio a la nación- sin que se le hayan caído los anillos, sin que desde el Parlamento que tanto vociferó con Irak le hayan insinuado el mínimo gesto de desaprobación por la participación en contiendas en otros países, convierten a José Antonio Alonso en Toño, para los amigos.

Como no tengo el gusto –ni el disgusto- lo seguiré llamando José Antonio Alonso y desde este humilde Blog, viendo que ya han empezado de nuevo con el folclore de lo virtual, me permito la licencia de aportarle una idea al próximo portavoz del PP en el Congreso de los Diputados. Cuando termine sus debates con José Antonio Alonso, que exprese la opinión de millones de españoles sobre este “virtuoso de la guerra a escondidas” diciendo aquello de ¡Coño con Toño!

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