lunes, 1 de septiembre de 2008

La vuelta


Desperezo los dedos ante las teclas del ordenador después de una temporadita de vacaciones –como siempre se me han hecho cortas y, en este caso, no es porque el tiempo pase a velocidad de vértigo sino porque lo bueno siempre se nos hace poco- con la intención de seguir manteniendo esta ventana abierta a quienes como vosotros amigos blogueros, queráis compartir conmigo los breves momentos de la lectura de este blog.
Haréis bien en suponer que durante tantos días en las entrañas de mi Galicia natal he tenido sobradas oportunidades para encontrarme no solo con Moura –que lo he hecho- sino también con algunas amigas suyas, de su misma extraordinaria condición de Meiga, aunque alguna quizás con un pelín de más mala leche. Será por el hecho de que con la excepción ya conocida por vosotros de Moura, el resto de sus amigas y compañeras parece que permanecen durante prácticamente todo su tiempo en Galicia y claro, aguantar personajes –por muy gallegos que sean- como Touriño o como Porto, el alcalde de Muxía, puede agriar el carácter de cualquiera.
Lamentablemente los que no han podido contarnos sus vacaciones han sido las víctimas del desgraciado y doloroso accidente ocurrido en Barajas. Ciento cincuenta y cuatro personas –conocida alguna- que han dejado dolor y desolación entre sus familiares y amigos y que nos han recordado una vez más con su desaparición, lo inútil que es dejar pasar el tiempo de esta vida el sin vivirlo cada segundo. Me sumo desde este humilde blog a las muestras de pesar con las que unos y otros hemos intentado arropar a sus familias.
No hay grandes sorpresas tras las vacaciones. Como era de suponer, la crisis que nos devora a pasos agigantados no preocupa a Zapatero. Ya sabéis que los tontos solo se preocupan por tonterías y esta crisis no es ninguna tontería.
De Otegui y De Juana prefiero no hablaros hoy. En una semana no habrán cambiado nada y así no empaño este reencuentro con vosotros.
El verano ha sido glorioso en las andanzas de los bobalicones de siempre. Dentro de unos días, cuando hayamos cogido de nuevo ritmo a la cotidianidad, os contaré las aventuras y desventuras del tocayo del niño aquel que viajaba de los Apeninos a los Andes en busca de su mamá, en un viaje desde la Alcarria conquense hasta la Vega del Tajo en busca de los dones y virtudes que la naturaleza y sus genes le negaron.
Recordadme que os cuente el excelente desarrollo del Trofeo de Fútbol Manolo Martín, al que sabéis soy asiduo por amistad con Manolo y por la buena causa que lo inspira. Este año, en el que celebraba el XXV aniversario del trofeo, una esmerada preparación por su parte nos proporcionó una jornada inolvidable, en la que mi amigo Manolo demostró una vez más la calidad de sus sentimientos hacia Muxía, su pueblo natal, y el alcalde Porto dio también muestra de los suyos con su escandalosa ausencia en unos actos que tienen como únicos beneficiarios a los hijos de los marineros de Muxía. Me imagino que al longueirón no estaría, porque supongo que con una condena le llegará como escarmiento.
Me prometió Milucho –seguro que lo hará, pues es hombre cumplidor de su palabra- que me haría llegar una suculenta poesía sobre la pedra. Cuando la tenga en mis manos os la pondré en el blog para que disfrutéis del ingenio –siempre dulce- de Emilio y comprendáis la canallesca –siempre amarga- de otros.
No empiezo este nuevo curso con acertijos amigos blogueros, sino con anotaciones de los temas que quiero compartir con vosotros en las próximas semanas que espero os sigan animando a asomaros a esta ventana en la que con forma de blog me gusta contaros cosas.
¿Qué cómo me he encontrado Aranjuez a mi vuelta? Estando el alcalde Dionisio no esperaréis milagros ¿verdad? Pues no, no los ha habido.
Espero que todos, absolutamente todos, conocidos y desconocidos amigos blogueros hayáis regresado. Es el mejor resumen de las vacaciones.

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