lunes, 22 de septiembre de 2008

El final


Era de esperar la reacción de la bestia. No nos debe extrañar ni debemos desesperarnos. Por muy doloroso que sea, por muy horroroso que nos resulte a todos –especialmente a las víctimas y sus familiares- tenemos que ser conscientes de que los zarpazos de la banda asesina serán más duros cuanto más los arrinconemos. Son dentelladas de alimañas en un sangriento intento por escapar de su final, heridas con las que pretende amedrentarnos ante la sensación –esperemos que ningún iluminado negociador venga a equivocarnos otra vez- de que esta vez ya no tienen salida.
Mucho tiempo perdido en lo que a todas luces se veía inútil, y largos desencuentros entre los demócratas, han permitido que la banda asesina ETA y sus mafiosos mercenarios aún se mantenga con capacidad para matar. Ahora, con la ilegalización de las nekanes batasunas de ANV y PCTV y la cúpula –con enchironamiento por una larga temporada- de Gestoras pro-Amnistía, han sentido nuestro aliento –el de las mujeres y hombres libres de este país- en el cogote y saben que su final, un final con derrota, puede estar muy cerca.
Lo siento profundamente por el brigada del ejército Luis Conde asesinado esta madrugada a manos de las hienas del horror, lo siento por los heridos y por los familiares de todos ellos. Lo siento también por los que a través de este dolor reviven el horror vivido por ellos en anteriores atentados. Lo siento por todos los españoles, que nos sabemos posibles protagonistas de la próxima noticia del terror amargo. Pero sintiéndolo tengo claro –y me gustaría amigos blogueros trasladaros también ese sentimiento- que este es el dolor que los mafiosos asesinos de ETA nos han de hacer pagar porque sienten su final más cercano.
¡Ojala nuestros representantes en las instituciones sean capaces de organizar las leyes para que cuando sean detenidos –ninguno debemos dudar que lo serán- su condena y el cumplimiento de la misma les hagan pagar por el mal hecho!
Parece, por la fecha, que hubieran querido hacer coincidir su horrible asesinato –para eso necesitarían un mínimo de sensibilidad imposible de encontrar en quien así desprecia la vida- con la llegada del otoño. A las 17’44 de hoy lunes comienza el otoño, con sus melancolías, sus colores, sus silencios y sentimientos. Un tiempo de recorte de luz y color –a ritmo de tres minutos diarios- al comienzo del cual mi buen amigo José Luis decidió hace un año –seguro que con la complicidad de Dios- irse a vivir al cielo para desde allí seguir ayudándonos. Lo ha hecho en este año –con su familia y con sus amigos- y se que eso lo convierte en una de las almas más felices de las que ya comparten eternidad.
Tiempo íntimo el otoño en el que Moura –mi extraordinaria y bella amiga Meiga- aprovechará para llevarme a los sentidos a través de los sentimientos. Tiempo en el que un año más en Aranjuez, mi querida ciudad, podremos asistir a la lluvia de hojas de los árboles. Un espectáculo de la naturaleza que nos recuerda la belleza de las distintas fases de la vida, cuando éstas ocurren en su debido tiempo. Un espectáculo que le vendría bien contemplar al ministro Bernat Soria ante su idea del –ya de por sí contradictorio en sus propios términos- suicidio asistido.

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