lunes, 16 de abril de 2007

Las cadenas


La verdad es que me tienen mentalmente ocupado en los últimos días los aconsejadores oficiales de la juventud española con su espléndida idea de llevar a cabo una campaña informativa de la mano de una repugnante verruga a la que han llamado Warren.

Llevado por la curiosidad sobre el nombre de la excrecencia intenté adivinar de qué famoso habían cogido el nombre. ¿Sería de la guapísima actriz y modelo Estella Warren? No parece, puesto que cualquier similitud entre una y otra sería una muestra de locura de la naturaleza. ¿Acaso el influyente financiero norteamericano Warren Buffet? ¿Para llamar a los jóvenes al colectivismo más anulador tal y como hace la verruga? No parece el mejor modelo. ¿Un actor? ¿Warren Beaty? Sí, ya sabéis el de “Esplendor en la hierba”, “Bonnie and Clyde”, “El cielo puede esperar” o “Rojos” entre otras muchas películas. Pero no, ¡qué va!; Beaty ha hecho gala siempre de sus ideales de izquierda moderada y no es moderada precisamente la izquierda representada por Zapatero.

Nada, por ahí voy mal –me dije a mi mismo (algunas veces me digo cosas, aunque no me suelo hacer mucho caso)- sin encontrarle una explicación al nombre.

El inglés y la informática (en su nivel más sencillo) recortaban mis recursos hace unos años dado el respeto que me inspiraba su aprendizaje. Con esfuerzo y por necesitad imperiosa conseguí superar (repito que en su nivel más sencillo) la barrera de la informática y convertirla en uno de los mayores y mejores aliados tanto en mi trabajo como en mi vida personal. Sin embargo lo del inglés…¡cuánta razón lleva Esperanza Aguirre en su empeño de crear colegios bilingües!

Ando yo a estas alturas de la vida intentando aprender tan siquiera un poquito de la lengua de Shakespeare (con más desgracia que fortuna) y eso me lleva a mirar con frecuencia el diccionario inglés-español. Y mira por donde, ¡allí está!

Warren: conejera, laberinto

Eso lo explica todo. Esa es la misión de Warren. Por un lado atenderá a dos de las posibles definiciones de laberinto, es decir, “lugar del que es muy difícil encontrar la salida” y “cosa confusa y enredada”, ¿acaso hay algo más confuso y enredado que la acción de gobierno de Zapatero? Y ya me diréis si la situación creada en los distintos frentes políticos que ha ido abriendo no tiene una difícil salida.

Por otro lado intentará convencer a los jóvenes españoles de las bondades de las soluciones habitacionales de la ministra Trujillo, ¡las conejeras!. Lugar oscuro y estrecho donde viven amontonadas varias personas, según el diccionario de la R.A.E.

Tengo el convencimiento que si no son los mismos, los creadores de Warren son familia cercana de los ideólogos de la campaña de tráfico “No podemos conducir por ti”. ¿Es que acaso no puedo conducir yo? ¿Me quieren anular como individuo hasta en ese hecho tan simple? Además ¿quién conduciría por mí? ¿Rubalcaba, Pepiño? ¿O lo haría el Director General de Tráfico, que no tiene carnet de conducir? Más nos valdría que en vez de conducir por mí –por cada uno de nosotros- construyesen más y mejores carreteras para todos nosotros. Habría menos accidentes, podríamos conducir sin tanta limitación de velocidad -¡qué gran error la limitación por la limitación- y serían menos totalitarios.

Les ocurre a estos socialistas que nos gobiernan, en este viaje que parece no tener retorno, lo que escribía el poeta (que a buen seguro se reconocerá en su verso):

Così ogni viaggio é un battesimo,
un abbandono a quanto troviamo di passaggio
e facciamo nostro,
perché qualcosa di nostro ha avuto sempre
e ora a noi si rivela.


En castellano significa lo mismo, pero suena diferente.

Aquí en Aranjuez bien, como siempre. Alguna meiga se ha quitado la verruga de la nariz para tener una apariencia más engañosa -¿aún más?- y los correligionarios de los que quieren conducir por nosotros, haciendo clara muestra de lo que les interesa nuestra seguridad y nuestro bien, han tenido atadas con cadenas las salidas de emergencia de la carpa en la que han escenificado una vez más la vocación ferial de nuestra ciudad. No hay libertad sin cadenas, ya lo cantaba Jarcha.

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