Es lo que tiene la batería del coche. Parece que obedece más a impulsos de las meigas que a leyes científicas. Ayer funcionaba perfectamente y hoy parece como si sufriese una lipotimia y no hay forma de que se mantenga en pié. Cuando así ocurre ¿nos lleva a algún sitio la desesperación por ver que no podemos acudir a los compromisos previstos? No ¿verdad? Entonces es mejor buscarle el lado positivo. No podemos llegar a donde íbamos, pero a cambio disponemos de un montón de tiempo para hacer cosas que no podíamos.
En días como hoy –precioso día en Aranjuez- la traición de la batería nos permite de entrada plantearnos (y llevar a cabo) un maravilloso paseo por cualquiera de nuestros jardines. La luz, los colores con sus indescriptibles tonalidades, el rumor del agua de las fuentes (me lo imagino) y las caceras, las verdes praderas limitadas por setos primorosamente recortados, de nuevo la luz, las ardillas subiendo encopetadas a los árboles, las palomas con su arrullo envolvente….y los mirlos. ¡¿Cómo es posible que haya tanto mirlo?! ¿De dónde han salido? ¡Qué barbaridad, cómo lo ponen todo con sus excrementos!
¡Qué lástima!, para un día de inesperado paseo que tengo, los mirlos me apean del ensoñador embrujo de nuestros jardines. No por su aspecto –¡mira que son negros!- ni por el descaro con que esperan a que te vayas acercando a ellos, sino por sus excrementos. Me vino a la cabeza un dicho poco delicado que escuché hace tiempo “mientes más que c… y c…. más que un mirlo” y se me representó en la cabeza sin quererlo Zapatero. Será porque se acaba el tiempo para impedir la presencia de los terroristas batasunos en las municipales del País Vasco.
Generación tras generación de estudiantes se reproduce invariablemente la misma historia. ¿Os acordáis? “no sé para que tengo que estudiar historia si yo quiero ser químico”, “pues para ser médico, el dibujo lineal no me sirve para nada”, “anda que las matemáticas para ser historiador...” y así siempre. Ocurre lo mismo que con los refranes y con las anécdotas. Cuando eres niño, incluso cuando eres joven, no ves más allá del literal que te cuentan. Después el tiempo, que todo lo remedia, te permite adivinar algunas de las enseñanzas que encerraban aquellos chascarrillos y cuentos.
Los efectos de una batería traidora pueden durar muchas horas y, a pesar del desencanto producido por los mirlos, saborear un inesperado café al lado de amigos a media mañana puede ser otro placer conseguido a cuenta del fallo eléctrico. Envueltos por el inconfundible aroma de un buen café Arábica, una amiga me recordaba –reflexionando sobre el escenario político ribereño ante las próximas elecciones municipales- una anécdota que nos refirió hace ya años un amigo bastante mayor que nosotros, ya fallecido -¡qué bien toreaba por los dos lados!- vivida por él.
Eran los tiempos del estraperlo, ya sabéis, el comercio ilegal de artículos que escasean ¿qué no escaseaba tras la fratricida guerra de nuestros abuelos? Nuestro amigo conseguía algunos míseros pero necesarios ingresos con esta actividad que, como toda actividad ilegal, estaba perseguida por las fuerzas de ¿orden público?. Llevaba en un pequeño carro tirado por un escuálido caballo paja tapada con una raída manta, bajo la que ocultaba dos corderos para ser vendidos de la forma ya explicada. Llegando a Madrid un agente de la autoridad le paró con el fin de comprobar la carga del carro y le preguntó “¿algo que declarar?”, a lo que nuestro amigo respondió que no. Levantó el agente la manta del carro y encontró los dos corderos medio ocultos entre la paja. En ese momento nuestro amigo le pone en la mano un billete de cinco pesetas (más que cinco euros de los de ahora) y el agente le dice: “antes amigo Paco, eso antes”.
Ahora que todos los partidos han cerrado ya las candidaturas que presentarán a las próximas elecciones municipales, es frecuente escuchar quejas, descalificaciones, inoportunidades por parte de quienes creían que sí, pero resulta que no. Es a fin de cuentas la historia de nuestro amigo Paco con la misma respuesta por parte de la autoridad competente: “antes amigo mío, eso antes”.
Además en la política, al igual que en otros muchos ámbitos de la vida, Roma non praemiat proditoribus.
Aquí en Aranjuez ya veis, entre latinajos, refranes, jardines y baterías lipotímicas, ignorando los provocadores cánticos de alcaides -que volverán a serlo- de las galerías del vacío y la nada, bien. Comprobando asombrados como en esta tierra -¡cuánto nos gustan los motines!- los comunistas tendrán dos puños en la próxima Corporación.
En días como hoy –precioso día en Aranjuez- la traición de la batería nos permite de entrada plantearnos (y llevar a cabo) un maravilloso paseo por cualquiera de nuestros jardines. La luz, los colores con sus indescriptibles tonalidades, el rumor del agua de las fuentes (me lo imagino) y las caceras, las verdes praderas limitadas por setos primorosamente recortados, de nuevo la luz, las ardillas subiendo encopetadas a los árboles, las palomas con su arrullo envolvente….y los mirlos. ¡¿Cómo es posible que haya tanto mirlo?! ¿De dónde han salido? ¡Qué barbaridad, cómo lo ponen todo con sus excrementos!
¡Qué lástima!, para un día de inesperado paseo que tengo, los mirlos me apean del ensoñador embrujo de nuestros jardines. No por su aspecto –¡mira que son negros!- ni por el descaro con que esperan a que te vayas acercando a ellos, sino por sus excrementos. Me vino a la cabeza un dicho poco delicado que escuché hace tiempo “mientes más que c… y c…. más que un mirlo” y se me representó en la cabeza sin quererlo Zapatero. Será porque se acaba el tiempo para impedir la presencia de los terroristas batasunos en las municipales del País Vasco.
Generación tras generación de estudiantes se reproduce invariablemente la misma historia. ¿Os acordáis? “no sé para que tengo que estudiar historia si yo quiero ser químico”, “pues para ser médico, el dibujo lineal no me sirve para nada”, “anda que las matemáticas para ser historiador...” y así siempre. Ocurre lo mismo que con los refranes y con las anécdotas. Cuando eres niño, incluso cuando eres joven, no ves más allá del literal que te cuentan. Después el tiempo, que todo lo remedia, te permite adivinar algunas de las enseñanzas que encerraban aquellos chascarrillos y cuentos.
Los efectos de una batería traidora pueden durar muchas horas y, a pesar del desencanto producido por los mirlos, saborear un inesperado café al lado de amigos a media mañana puede ser otro placer conseguido a cuenta del fallo eléctrico. Envueltos por el inconfundible aroma de un buen café Arábica, una amiga me recordaba –reflexionando sobre el escenario político ribereño ante las próximas elecciones municipales- una anécdota que nos refirió hace ya años un amigo bastante mayor que nosotros, ya fallecido -¡qué bien toreaba por los dos lados!- vivida por él.
Eran los tiempos del estraperlo, ya sabéis, el comercio ilegal de artículos que escasean ¿qué no escaseaba tras la fratricida guerra de nuestros abuelos? Nuestro amigo conseguía algunos míseros pero necesarios ingresos con esta actividad que, como toda actividad ilegal, estaba perseguida por las fuerzas de ¿orden público?. Llevaba en un pequeño carro tirado por un escuálido caballo paja tapada con una raída manta, bajo la que ocultaba dos corderos para ser vendidos de la forma ya explicada. Llegando a Madrid un agente de la autoridad le paró con el fin de comprobar la carga del carro y le preguntó “¿algo que declarar?”, a lo que nuestro amigo respondió que no. Levantó el agente la manta del carro y encontró los dos corderos medio ocultos entre la paja. En ese momento nuestro amigo le pone en la mano un billete de cinco pesetas (más que cinco euros de los de ahora) y el agente le dice: “antes amigo Paco, eso antes”.
Ahora que todos los partidos han cerrado ya las candidaturas que presentarán a las próximas elecciones municipales, es frecuente escuchar quejas, descalificaciones, inoportunidades por parte de quienes creían que sí, pero resulta que no. Es a fin de cuentas la historia de nuestro amigo Paco con la misma respuesta por parte de la autoridad competente: “antes amigo mío, eso antes”.
Además en la política, al igual que en otros muchos ámbitos de la vida, Roma non praemiat proditoribus.
Aquí en Aranjuez ya veis, entre latinajos, refranes, jardines y baterías lipotímicas, ignorando los provocadores cánticos de alcaides -que volverán a serlo- de las galerías del vacío y la nada, bien. Comprobando asombrados como en esta tierra -¡cuánto nos gustan los motines!- los comunistas tendrán dos puños en la próxima Corporación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario