viernes, 4 de abril de 2008

Salmuera


Parece que entre las posibles soluciones que barajan los socialistas para encontrar una salida al acuciante problema de escasez de agua al que se está enfrentando Barcelona en este momento, pasaría por una ingeniosa idea con la que, en primer lugar, conseguirían evitar la “terrorífica” palabra que han conseguido convertir en sinónimo de depredador medioambiental para los incautos que nos atrevemos a utilizarla. Trasvase.

Si en los últimos años alguien ha querido echar sobres sus espaldas las iras y descalificaciones de los ecologistas de pro, lo único que ha tenido que hacer ha sido pronunciar la palabra trasvase. Y como no podía ser de otra manera, el PSOE ha contribuido especialmente a esa caza de brujas.

Por eso Zapatero aún tiene el nudo de la corbata apretujado entre la mandíbula inferior y los testículos. ¡Ahí es nada! El cordobés Montilla –catalán de toda la vida- decide ponerse el Estatut por montera y sin encomendarse ni a Dios ni a la Virgen de Montserrat se pone a reclamar ¡un trasvase! del Segre Ebro salvador- al Llobregat.

Puestos a evitar la risotada y la indignación nacional los manipuladores socialistas se lanzan a la búsqueda de los resquicios que ambos diccionarios -el de la RAE y el catalán- ofrezcan para nombrar el hecho que van a llevar a cabo y, ni cortos ni perezosos, idean poner en marcha una iniciativa solidaria –me imagino que fruto de la factoría de manipulaciones y engañabobos del friki Pepiño- que consistiría básicamente en que cada viajero del AVE a Barcelona portase un balde –en Galicia les llamamos calderos-con agua. Añadirían a las ya existentes clases Club, Preferente y Turista una nueva bajo la denominación de clase Húmeda.

Y digo yo que estos dirigentes catalanes –a los que puedo tener por cualquier cosa menos por tontos- ¿cómo es que con los problemas de abastecimiento de agua que tienen no se han puesto como locos a construir plantas desaladoras? Parecería bastante lógico que los socialistas que gobiernan en Cataluña siguiesen las directrices que en este sentido viene dictando la ministra del ramo ¿no?

¿O será que prefieren que sean otras comunidades –Andalucía, como siempre, “comunidad experimental” de los socialistas- las que experimenten con esa supuesta solución? ¿Estarán las autoridades catalanas esperando a ver por dónde se meten los andaluces la salmuera? ¿O estarán pensando en la posibilidad de mandárnosla para Madrid en los baldes del AVE? No sé lo que opinaréis amigos blogueros, pero resulta cuanto menos extraño que los socialistas catalanes no hablen de desaladoras ¿no creéis?

Al fin y al cabo, según la Ministra Narbona debe ser una solución estupenda, de lo más salada diría yo. Pero claro, como siempre una cosa es predicar y la otra dar trigo y me imagino que los responsables socialistas al plantearse la instalación de desaladoras para atajar el grave problema que tienen, habrán caído en la cuenta de que entre coger agua de la desembocadura del Ebro y verter al Mediterráneo ingentes cantidades de salmuera hay un abismo. Porque ¿cuántos kilos de sal verterían al mar por metro cúbico de agua desalada?

Y si no es así, venga ¿dónde está la ministra?, ¿cuántas desaladoras están construyendo en la costa de Cataluña?, ¿cuántos millones de toneladas de salmuera piensan verter frente a las costas catalanas? Venga por favor, a otros con ese cuento.

Además, cada uno somos como somos sin que eso signifique nada negativo y en torno a las plantas desaladoras, además de la exagerada capacidad contaminadora y el excesivo consumo de energía, no nos hemos de olvidar de la conocida –y nada negativa- opinión de los catalanes en el sentido de que “la pela es la pela” y obtener agua potable del mar cuesta un cojoriñón.

Ya lo planteó en su día Aznar -a lo mejor no lo dijo así, pero se le entendió perfectamente -y llevaba razón. Trasvase del Segre para el Llobregat sí y también trasvase de la desembocadura del Ebro para Levante y Andalucía.

Como en su día dijo el desaparecido Umbral, “Más agua para el Tajo ¡coño!”

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