viernes, 25 de abril de 2008

Efluvios


¿Le habremos dado la vuelta a la vida de tal manera que nos veamos condenados a vivir en su lado oscuro para el resto de nuestros días?

No amigos blogueros, no es este un planteamiento negativo fruto de algunas horas de insomnio. Es la palpable conclusión de un pequeño paseo mental por los distintos aspectos que están configurando nuestra pastosa existencia. Es la lectura de una realidad que –huida de nuestra voluntad y nuestra comprensión- nos aboca a encerrarnos en lo menos viniendo de lo más. ¿Nos habremos quedado dentro del calcetín al darle la vuelta?

El mal uso que algunos gobernantes y prebostes de la economía mundial hacen del esmerado y nunca reconocido trabajo de los investigadores –cerebros de afición infinita y profesionalidad inquebrantable embutidos en cuerpos con alma, en seres con sentimientos y pasiones como las del resto de los mortales- puede convertir, y de hecho convierte, un extraordinario avance científico ó tecnológico en la perdición de una parte de nuestro extraño mundo.

Desde luego, el rojerío progre subido en el chollo/negocio de la ecología organizada –desde donde se organizan estas cosas- contribuye como el que más a este retorcimiento –más que vuelta- del calcetín y asumen una nula responsabilidad ante sus apocalípticos mensajes y las consecuencias de los mismos.

Con la crisis económica de los antipatriotas –los que a diario vemos como la cesta de la compra se alía con el Euribor, las hipotecas y el desempleo- el que más y el que menos empezamos a darnos cuenta de lo mal que lo iban a pasar las parejas que estuviesen pensando en casarse –para los que sencillamente se juntan también está complicado- ante las malas expectativas que ha negado hasta el insulto el inútil ZP. Sin embargo las últimas noticias se lo ponen aún más difícil. Ya no van a recibir una lluvia de arroz al salir de la boda. ¡A ver quién es el que tiene salero ahora para hacerse con un kilo de arroz con la intención de tirárselo a los novios!

Ahora es el arroz -lástima por lo chinos que se habían acostumbrado a comer tres veces al día en vez de una- pero en breve serán los espaguetis, los macarrones, los chococrispis, el pan y las madalenas. La utilización de productos básicos de la alimentación mundial como biocombustibles y el cambio de cultivos para conseguir esos biocombustibles nos van a hacer pasar hambre. ¡Espléndido! La comida del mundo, la salud del mar y la invasión de los gigantes con aspas como solución de los “salvadores de la tierra” vestidos de verde.

Dentro del calcetín no huele bien. Más bien, huele mal. Casi me atrevería a decir que el olor es insalubre por cercano a la podredumbre. En nuestro país vivimos aposentados encima de una bomba de consecuencias imprevisibles. No puedo calificar de otra forma la situación en la que se encuentra la administración de justicia. El paro –no es lentitud, es inmovilidad- en la que se encuentra miles de procedimientos judiciales va mucho más allá de lo que un país y sus ciudadanos se puedan permitir. Y si el caos afecta –como es el caso- a más de 7.000 expedientes de violencia de género en los que la desgana de la administración, la falta de medios, la insultante burla a las víctimas por parte de quienes tienen el deber de procurarles protección, es que nos encontramos ante un país –que no puede salir del calcetín- en el que los efluvios de la mierda nos impiden ver dónde pisamos y la cantidad de ella que arrastran nuestros zapatos.

Indudablemente estos y otros hechos –que ocurren dentro del calcetín de nuestro mundo, al que hemos dado la vuelta convirtiéndonos en su/nuestros esclavos- no son culpa de Zapatero. ¡Hasta ahí llego en mi corta capacidad de entendimiento! Son culpa de quienes lo votaron creyendo su encantador verbo y de quienes fuimos –sabiendo que lo éramos- incapaces de convencerlos para buscar soluciones válidas para nuestro país. Si queremos respirar, tenemos que volver el calcetín. ¿O será más factible destejerlo y volverlo a tejer?

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