miércoles, 16 de abril de 2008

Lamentable


Macabro recuerdo el que tendrán aquellos que tuviesen la mala suerte de cruzarse con el asesino que paseaba el pasado lunes por Santomera (Murcia) con la cabeza de su madre bajo el brazo. Macabro fundamentalmente porque la cabeza de la buena señora no iba acompañada del resto del cuerpo. La había decapitado y se paseaba con ella bajo el brazo diciéndole “…ahora estás callada…te quiero mucho”. Drástica manera de decirle a su madre que se calle.

Pero claro, fuera de chistes facilones, lo cierto es que nos encontramos de nuevo ante un asesinato previsible y por lo tanto evitable. Previsible porque la difunta avisó en un programa de televisión que esto podía ocurrir. Previsible porque aquel programa lo vieron al menos quienes lo estaban realizando, dirigiendo, grabando, presentando…es decir, quienes continúan viviendo de las miserias humanas y no son capaces de alertar a las autoridades pertinentes cuando se encuentran con una denuncia como esta. Y si lo hicieron, que lo digan y entonces señalaremos a otros como responsables de lo ocurrido.

Lamentablemente no es el único programa, ni es la única denuncia de este tipo, que aparece en las pantallas de televisión o en los programas de radio. Y también lamentablemente que el hecho previsible se produzca sin que nadie intervenga. Creo que va siendo hora de que el renovado Conde-Pumpido meta mano al asunto y empiece a buscar responsables y a proponer soluciones a sus superiores. Otra cosa muy distinta es que su jefe inmediato tenga sensibilidad para saber de lo que estamos hablando. ¿A qué esperan los directores de nuestro subvencionado cine para ofrecerle a Bermejo el pintiparado papel de matón de bar en una peli?

Ayer tuve la oportunidad de firmar en una de las hojas que se están distribuyendo por la geografía nacional recogiendo apoyos para la instauración de la cadena perpetua para los pederastas y violadores. Ya he referido alguna vez que para mí es necesario que se incluyan algunos delitos más en la lista de los que pueden ser castigados con esa pena, pero mi firma no invalida mi convicción. Estoy por lo tanto satisfecho de haber estampado nombre, firma y DNI.

Sin embargo, me están preocupando en los últimos días algunas noticias en relación con la familia de Santiago del Valle y de los padres de Mari Luz. El intento de linchamiento de un hermano del presunto asesino me parece un hecho desmedido y fuera de toda lógica. Un hecho inaceptable que debe ser controlado y reprimido en su caso por las fuerzas y cuerpos de seguridad y, en caso de producirse, debe ser sancionado por los jueces. Los más bajos instintos se los deben dejar en casa -al igual que las zapatillas de andar por casa- no vaya a ser que algunos aprovechen que el Pisuerga pasa por Valladolid.

En ese mismo sentido y sobre el mismo asunto, me están inquietando y desagradando las palabras del padre –tiene todo el derecho del mundo a expresar su dolor, pero ninguno a determinar quién puede vivir en un pueblo y quién no- en las que aconseja al hermano de Santiago del Valle que se vaya del barrio donde viven. Posiblemente el padre de Mari Luz –a quien hasta ahora había visto comportarse y expresarse con una sensatez digna de encomio- entienda que él no puede sujetar y controlar a los agresores –no es su papel- pero no estaría de más que en sus declaraciones pidiese serenidad y sobre todo justicia. Me imagino que el hermano del asesino bastante tendrá con lo que tiene.

Tengo unas inmensas ganas de saber en qué va a consistir la labor que realice el nuevo Ministerio de Igualdad y su titular. Desde luego espero que trabaje para intentar paliar situaciones como las que dan lugar a estos dos casos a los que hoy me he referido, pero igualmente espero que la igualdad a la que hace referencia el nombre de su departamento tenga también mucho que ver con la que la Constitución Española nos reconoce a todos los españoles en nuestros derechos y deberes, no solo a la igualdad entre mujeres y hombres sino a la igualdad entre españoles.

Ahí tiene mucha tela para cortar, aunque me da en la nariz que Zapatero –una vez más- estará pensando en el circo. La pena es que nos ve como monos.

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