martes, 29 de abril de 2008

El percal


Leo en la prensa digital “Rajoy rectifica e irá a la recepción de Aguirre por el 2 de Mayo”. Vale. Otro titular dice “Aguirre rectifica y comprará 45 GPS para los bomberos”. Bien. Y si leemos varios titulares más, a buen seguro encontraremos rectificaciones de todo tipo y en todos los ámbitos de la vida con una excepción, Zapatero y los suyos. Ellos no rectifican nunca. Ellos la mantienen y no la enmiendan y, como mucho, cambian mintiendo pero rectificar, lo que se dice rectificar, nunca.

Cuando todos los líderes mundiales hablan abiertamente de crisis económica, el amigo Zapatero –de la ViceVogue, mío no- mantiene la semántica de la desaceleración económica y estoy convencido de que hará cualquier cosa menos rectificar cuando tenga que dar explicaciones de la paupérrima situación en la que se empiezan a encontrar millones de familias españolas.

El trasvase del Ebro a Barcelona, lejos de ser una excepción en la forma de gobernar de este personaje, no hacía sino apuntar al camino por el que tan decepcionante gobernante iba a transitar durante la actual legislatura que –no debemos olvidarlo para medir bien nuestros esfuerzos- acaba de empezar. Bueno, tanto es así que acaba de empezar, que tras el nombramiento de los ministros no habíamos vuelto a saber nada de Zapatero hasta ayer, por lo que se le supone cogiendo carrerilla.

Está claro que basan su relación con la sociedad a la que supuestamente sirven en el uso mezquino y partidario de la información, actuando así de la manera más abyecta que se puede imaginar en un supuesto gobernante demócrata. La información medida, retenida, dosificada, secuestrada, manipulada y metabolizada –al igual que los tejidos musculares obtienen energía al asimilar y transformar el azúcar, ellos, Zapatero y los suyos, obtienen poder al acopiar y manipular la información- se ha convertido por el extraño arte del disimulo y la semántica en la mayor herramienta dispuesta por un gobernante para someter voluntades y alterar adhesiones.

Los dos últimos acontecimientos en los que se ha visto inmerso nuestro país en los que ha intervenido –nunca la expresión estuvo más cercana a la colectivista realidad que nos acecha desde el poder esgrimido por Zapatero- el gobierno reflejan con asombrosa crudeza de qué van estos individuos.

Por un lado el secuestro y posterior liberación del atunero Playa de Bakio y por otro la denominada “crisis del aceite de girasol”, arrojan sobre nuestros pasmados ojos el talante del gobierno de Zapatero. La desinformación, la actuación arrogante ignorando a la sociedad que les paga, la prepotencia y la chulería del gobierno marca estos dos hechos.

¿Acaso cree la ViceVogue que su cargo la inviste de la autoridad y el poder suficientes como para ocultarnos los detalles de lo ocurrido para conseguir la liberación de los marineros? ¿Cree que porque han salido vivos –me alegro infinitamente de ello- la sociedad española no tiene derecho a conocer la verdad sobre la negociación y el rescate pagado? Es verdad que se han salvado vidas humanas, pero ¿la sociedad española está dispuesta a que nos secuestren en alta mar y pagar sin más? ¿Es ese el destino que queremos como nación para nuestros pesqueros? ¿Perseguirán a los secuestradores hasta someterlos a la acción de la justicia española o estaremos ante una nueva “Zapaterada”? A lo mejor a estos –a los secuestradores- también los considera hombres de paz, como Otegi.

Y el sectario Soria, ¿quién se cree este señor para jugar así con nuestra salud, nuestra economía y nuestros derechos? Ahí es en donde está la madre del cordero –la cordera para quienes no estén muy hechos al argot ganadero- el meollo de estos dos asuntos. Cuando Bernat Soria no nos dice la marca o marcas que han sido retiradas y además asegura que el aceite de girasol que tengamos en casa lo podemos consumir o tirar, lo que más nos plazca, está atentando contra derechos irrenunciables de los ciudadanos.

Este sectario, de un plumazo, con una bravucona gracieta, pretende pasarse por el arco del triunfo –pero no tiene él tanto arco- los derechos que nos asisten como consumidores y como ciudadanos españoles. Tenemos derecho –espero que la Audiencia Nacional investigue la actuación de este dictadorzuelo- a saber lo retirado y el motivo. Tenemos derecho a que el Ministro de Sanidad nos aporte la información suficiente como para que podamos decidir si tiramos o consumimos el aceite de girasol que tengamos en casa con conocimiento de lo que hacemos. Es más, no existe ningún motivo razonable por el que se nos pueda negar esa información.

Motivos no razonables se me ocurren muchos. Uno de ellos es que hayan metido la pata y no hubiese ningún aceite tóxico en el mercado, hipótesis que no descarto conocido el natural talante farandulero de Zapatero, Soria y la ViceVogue entre otros.

Si dimitiesen ahora nos ahorrarían muchos sinsabores a los españoles, pero está claro que no son sabios.

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