jueves, 30 de octubre de 2008

Fondos reservados


Está claro que a ETA lo que le interesa, lo que le gusta, lo que les pone a esos rufianes, es vernos de rodillas. Aquello de la negociación es lo que les va. Ahí está su respuesta a la última actuación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, un coche bomba en la universidad de Navarra. En esta ocasión sin avisar, para intentar pillar cacho. Cacho de vida de los mil estudiantes que en ese momento se encontraban allí.
Creo que Rubalcaba ya tiene motivo más que suficiente para entender que no pueden mantener sin protección policial al ex presidente de la AVT Francisco José Alcaraz. Los asesinos no están de vacaciones, ni bromean, ni olvidan y son conscientes de que Alcaraz, con su pacato pero insistente verbo ha conseguido poner a buena parte de España frente a los mafiosos asesinos. Es carne de cañón y no podemos permanecer impasibles ante su falta de seguridad.
El final de ETA es un proceso doloroso para los ciudadanos inocentes. Somos –y si no lo somos hemos de serlo-conscientes de que el monstruo en su final intentará dañarnos lo más posible, pero nuestra fortaleza democrática está ahí precisamente, en no renunciar al Estado de Derecho aún a sabiendas de los sacrificios que puede suponernos.
Es este, el último atentado de ETA, el único acontecimiento que lamentablemente consigue apartar el centro de la información nacional del gran circo montado por Zapatero y sus asesores con el rollo de la reunión de Washington. De hecho a él parece que ni siquiera la última fechoría de los repugnantes asesinos le aparta de su obsesión.
Ahora parece que los esfuerzos se centran en conseguir que vaya en representación de la comunidad de países Iberoamericanos. Es decir, en representación de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
La primera cuestión que habría que plantearse es si la mencionada comunidad de países tiene reconocida su presencia como tal entre los protagonistas de la cumbre de Washington. Va a ser que no y por lo tanto no sé en calidad de qué irá allí nuestro arrodillado Presidente. ¿Irá llevando la cartera a alguien? ¿Irá como animador folclórico? ¿Se vestirá de guancho argentino o de caporal boliviano? ¿Llevará un poncho chileno o un pañuelo de rabo de gallo al cuello al estilo colombiano? Me lo imagino más bien vistiendo la camisa roja del gorila rojo, el “¿por qué no te callas?” Hugo Chávez.
Me duele como español ver al Presidente de nuestro país arrastrándose por medio mundo implorando su participación en la cumbre de Noviembre, pero me duele mucho más ver como de nuevo nos toma el pelo y aquí no pasa nada. ¿Qué es eso de que no vamos a saber los bancos y Cajas a las que se le va a dar ese impresionante cerro de miles de millones de euros acordados por el Congreso?
Les estamos dejando nuestro dinero para que hagan negocio con él y –en el mejor de los casos- nos cobren intereses por prestárnoslo y nos van a impedir saber cuales son los que se benefician y los motivos por los que tienen que acudir a esta ayuda. Si la transparencia en la información es exigible a los poderes públicos, en este caso deberíamos plantearla como condición sine qua non par seguir a delante con el asunto.
Si la mala gestión de una entidad financiera la obliga a recibir estas ayudas, quienes ponemos el dinero para su salvación –es decir, todos los españoles- tenemos derecho a conocer quienes y en dónde han equivocado la gestión y, si por conocerlo, decidimos retirar los pocos euros que les tengamos confiados, ese es su problema. ¿A qué tienen miedo? ¿a su desaparición? Eso, cuanto menos, sería muy positivo para los ciudadanos en la medida en que sabríamos en qué entidades financieras podemos confiar. Que nos lo cuenten. Que Zapatero defienda nuestros intereses aquí y ahora. En Washington ni siquiera le van a entender.

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