jueves, 9 de octubre de 2008

Fecundación


Unos días con Moura, al amparo de las vivificantes aguas del Atlántico –ya sé que algunos me habéis echado en falta- me han permitido conocer su parecer sobre un asunto que –por ignominioso- nos está revolviendo el alma y las entrañas en los últimos días. Un parecer que refleja los sentimientos que una madre –o anhelante de serlo- puede tener en torno al permiso de excarcelación obtenido por la etarra Beloki para someterse a un tratamiento de fecundación in vitro.
Un verdadero sinsentido que una mujer que asesina se someta a un tratamiento de fertilidad. Se supone que tiene derecho, pero también lo tenían las madres de todos los asesinados por la repugnante banda de mafiosos a la que sirve con sus “hazañas” y sus pensamientos y nadie –especialmente los amigotes y amigotas de la Beloki- hizo lo necesario para evitar que fueran arrancados de cuajo de esta vida, de la vida –vivida desde ese momento para esperar la muerte- de sus madres.
Y si la asesina –me es indiferente que haya apretado o no el gatillo- consigue el fin que le ha permitido abandonar la cárcel, ¿realmente será madre, o esto es solo una artimaña para no estar en la trena?
Estamos a todas luces ante una sinvergüenza asesina que se ríe de nosotros, de nuestras leyes, de la aplicación que de la misma hacen determinados jueces, de nuestras aspiraciones y de nuestras penas más íntimas. ¿Acaso no es esta una risotada en la mismísima cara de esas mujeres que cada mañana comprueban su temperatura, su flujo, se atiborran a hormonas y…esperan que se obre ese milagro de la naturaleza –con la inestimable colaboración de los últimos avances científicos y tecnológicos, de los que también se ríe la Beloki- que les permita acoger un ser vivo en su vientre?
¿Acaso no es una gran contradicción el deseo de la etarra? ¿Merece ser madre quien ha arrancado la vida de unos hijos a sus madres? ¿Merece ser madre quien no podrá enseñar a amar a su hijo? Porque no nos engañemos, la asesina no es persona y por lo tanto no sabe nada del amor ni por supuesto de cómo trasmitirlo.
¿Para qué quiere tener un hijo? ¿Para trasmitirle el odio que exudan los poros de su cuerpo?
En la cárcel es en donde mejor está esta terrorista. Es verdad que Dios los cría y ellos se juntan, pero el sentido común y la justicia deben imperar en una sociedad en la que los que nos matan quieren además reírse de nosotros. Si la terrorista Beloki y el terrorista Olano –de quien quiere obtener la fecundación- quieren jugar a engendrar hijos, que lo hagan cuando salgan de la cárcel, una vez que ella haya cumplido su condena y él sea condenado y la cumpla. A lo mejor para entonces se les han pasado las ganas de joder –al personal-.

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