martes, 1 de julio de 2008

¡Enhorabuena!


¡Maravilloso! El cálido sol vertiendo sus preciosos rayos sobre la desierta playa atlántica en un rincón gallego. Un oasis de paz y energía para deleite de los sentidos y los sentimientos. Uno de los rincones vividos y narrados por Moura. La acariciante brisa de ese mar de vida, de ese océano que traslada historias reales, dejando respirar el aroma de lo inmenso, de lo incuestionable, de lo cierto.

Sentado en una roca, dejando mecer el tiempo al compas de las olas, sintiendo sobre la piel 21o de sol, de viento, de luz y de vida, huido de los cerca de 40o que atosigan a la mayoría de la piel de toro, uno no para de maravillarse al recordar el rio de banderas españolas que han inundado nuestro país a lo largo de las últimas semanas.

Quienes hayan empeñado su esfuerzo y acción en denostar la representación simbólica que ostenta ese sencillo trapo de dos colores, habrán caído en la cuenta de lo baldío de su empecinamiento. No vamos a hablar de los que en supuesta representación de una parte del pueblo vasco han deseado públicamente la derrota de la selección española de fútbol -¡vaya obsesión de los Mass media rojos en llamarle “la roja”! en sus decisivos enfrentamientos con Rusia y Alemania. No vamos a hablar –al menos yo- de ellos, sencillamente porque son tontos y, sinceramente, ya me he cansado de tanto tonto como anda suelto por ahí adelante.

Si bien es cierto que la ausencia de una letra oficial –la no oficial existe hace ya muchos años- genera una exasperante frustración a los aficionados deportivos, sobre todo ante eventos tan destacados como la reciente Eurocopa, en esta ocasión, de manera natural hemos convenido todos en utilizar un símbolo bajo el que cabemos todos. La bandera de España.

No se trata de extrapolar el evento deportivo al ámbito de la política, no. Quienes vayan por ese camino cometen un error de bulto. Se trata de poner de manifiesto cómo los ciudadanos vamos en muchas ocasiones por delante del discurso político y en otras incluso al margen. Los ciudadanos, cuando queremos expresar nuestra comunión con un hecho que entendemos representativo de nuestras ilusiones y sentimientos, tenemos muy claro qué símbolos nos representan, qué símbolos amparan nuestros sentimientos como nación.

Lo demás son gaitas, cuchufletas y mamoneos. ¡Qué bonita luce España cuando nuestra bandera luce en todos los rincones!

¡Qué bien jugó la selección española de fútbol! Ni siquiera la presencia del gafe Zapatero pudo torcer su buen juego. ¡Enhorabuena!

No hay comentarios: