miércoles, 16 de julio de 2008

Mantras


Hoy sin duda es para muchos españoles el día esperado durante once meses. Llegan las vacaciones para los que hacen/mos el parón de 15 a 15. Pero lo más importante es que hoy es el día de las Cármenes, el día de su santo. Felicidades a todas, y especialmente –si me lo permitís amigas blogueras- a una que me tiene pillado el consciente y el inconsciente desde hace…desde hace toda una vida.

Ya conocéis amigos blogueros el cariño que le profeso a Pere Navarro, el Director General de Tráfico, a quien le deseo cada vez que cojo el coche para hacer un viaje una pronta dimisión o un fulminante cese.

Bueno, pues el bendito de Pere en su línea continua de buscar las causas de los muertos por accidente de tráfico en otros y nunca en el estado de las carreteras, las malas señalizaciones o las normativas injustas –todo esto dependiente del gobierno al que él pertenece- ha decidido presentar junto con los monjes budistas un casco con el que los seguidores de Buda en Barcelona parece que quieren asegurarse el paso tranquilo por la crisis económica que vemos y vivimos todos menos Zapatero.

Mantras de sabiduría y paz cerca de la coronilla de los motoristas parece que son un buen camino para evitar accidentes. Así se desprende al menos de lo dicho, con la participación del Director General de Tráfico, en la presentación del mencionado casco.

Me pregunto –sin entrar en valoraciones sobre las posibilidades reales que tiene el mencionado casco de evitar accidentes- sobre la corrección, la ética para que nos entendamos, del susodicho Pere al participar en la presentación comercial de un producto que se pone en el mercado con fines clara y legítimamente onerosos. ¿No habrá incurrido el Director General de Tráfico en una clara incompatibilidad? Pero, dejemos esto para los abogados y los juristas.

¿Os imagináis amigos blogueros lo que llovería, lo que habría que escuchar si el Director General de Tráfico hubiese participado en la presentación junto con la Conferencia Episcopal Española del último modelo de San Cristóbal –patrón de los conductores- para el salpicadero del coche? ¡Ja!, habría que escuchar al rojerío progre repartiendo estopa de laicidad.

De todas formas estos monjes budistas –que parece que tienen buen olfato para los negocios de ventas- podían trabajar algo más en el tema de los cascos buscando los mantras, el diseño y los colores apropiados para echar una mano a más de uno.

Sin ir más lejos, un casco para que se lo pusiesen encima del turbante el grupo de musulmanes residentes en las comarcas leridanas de Segarra y Urgell, que han exigido a los respectivos ayuntamientos que las piscinas municipales segreguen hombres de mujeres, para que las suyas puedan bañarse al abrigo de miradas de hombre alguno.

Mantras de igualdad a espuertas deberían cubrir en su totalidad estos cascos. Y un mensaje claro en la visera del casco: ¡Ah! se siente. En este país miramos a las mujeres. Si son guapas dos veces, por guapas y si son feas, también dos veces, para encontrarles su punto de belleza.

Y puestos a hacer cascos, uno –da igual que lleve mantras o no- con dos agujeros para los cuernos, para De Juana Chaos, para que sus próximos vecinos no tengan que soportar la visión de su repugnante cara.

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