jueves, 31 de enero de 2008

El desengaño


Ya me pasó con los Reyes Magos y ahora de nuevo me vuelve a pasar. Está visto y comprobado que en esta vida no hay edad para los desengaños y los desencantos. Nos pueden llegar en cualquier momento y de mano de cualquier persona.

Siempre me los había imaginado verdes, me imagino que sería por la relación directa que tradicionalmente hemos establecido entre ese color y la esperanza –no confundir con Esperanza, que no es verde y viste del color que le apetece- y con un aspecto cuanto menos singular. De escasa estatura, no más que Joselito -¡qué triste madurez profesional y personal la de algunos personajes que llenaron de ternura y emoción nuestros infantiles corazones!-, con los ojos muy grandes de color oscuro situados en los extremos de dos antenas que, cual trompas frontales, permitían darles un aspecto más alto, la piel suave y satinada y una especie de manos con los dedos –tres como mucho en cada extremidad- largos y huesudos.

Cautelosos y pacíficos, con voz atiplada y andar ligero han paseado por mis sueños más futuristas –e infantiles- llenando de aventuras e imágenes siderales las calurosas noches del verano de Aranjuez en las que las estrellas y sus posibles habitantes, constituían un puente atractivo para –a través de la ensoñación- escapar del insomnio provocado por la insoportable canícula.

Y ahora, a mi edad, descubro que no es así, que no tienen ese aspecto, ni son tan pacíficos como pensaba ni sus aventuras son dignas de llenar los sueños de ningún niño ni de ningún adulto.

Ahora resulta que son violentos, muy violentos –llegan a matar de las formas más atroces y abyectas que podamos imaginar- y que tienen la misma estatura que nosotros. Tienen pelo, aunque lo suelen llevar cortado al 1” y con una repugnantilla coleta –ellos- o con melena y el flequillo cortado en cuadrado –como su mente- ellas. Su piel es como la nuestra, aunque su cara es dura, mucho más dura, vamos que más que cara tienen jeta y en sus extremidades tienen cinco dedos que utilizan con macabro acierto para apretar gatillos, montar bombas, activar temporizadores, pulsar detonadores, lanzar cócteles “Molotov”, disparar lanzagranadas, incendiar autobuses, quemar cajeros…y un largo etcétera de hijaputadas, que es en definitiva lo que hacen estos y estas hijos e hijas de la gran puta.

No van desnudos –los imaginarios seres verdes sí- sino que visten con vaqueros o chinos ajustados –marcando paquete que con toda seguridad será relleno de algodón- con camisetas impresas con distintos eslóganes en un idioma prácticamente inventado por ellos y con cazadora con capucha –elemento imprescindible para taparse cual cobardes damiselas- que no dudan en utilizar siempre que perpetran alguna fechoría.

Pasa como con los Reyes Magos. Siempre hay algún listillo –el “espabilao” de turno- que te dice aquello de “¿es que aún no sabes que no existen, que son los padres?”. Pues aquí igual. De repente llega el “espabilao” –en este caso ocupando plaza de Abogado del Estado- y nos dice que los hombrecillos verdes no son como nosotros creíamos, sino que son los de Batasuna, los de ETA. Porque si no, no tiene sentido que en la petición de ilegalización de ANV que ha hecho en nombre del Gobierno de Zapatero, haya argumentado que en los últimos tiempos ANV ha sido abducida por Batasuna.

¿No eran los extraterrestres los que abducían? ¿En donde ha estudiado la carrera este señor Abogado del Estado? ¿Existe la abducción como término jurídico que exprese la identidad entre ANV y Batasuna y por lo tanto ETA?

Una cosa es que los Abogados del Estado actúen según las órdenes que les imparta el Gobierno y otra muy distinta -tan criticable como lamentable- es que accedan a plantear los asuntos jurídicos utilizando la misma gilipollesca terminología que acostumbran Zapatero y los suyos.

En Aranjuez hoy declara como imputado por un presunto delito de cohecho el alcalde Dionisio. No le deseo nada malo, ni bueno. Mis deseos –que son siempre buenos- los guardo para mi familia, mis amigos y para todas aquellas personas que de la bondad, la verdad, la rectitud y la dignidad hacen elementos indisolubles con su vida.

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