martes, 22 de enero de 2008

La indecisión


A la hora de hacer una pequeña reflexión en este blog la verdad es que no sé con quién quedarme. Tan atractivo –solo a efectos de reflexión mundana- es Solbes, el inefable y dormidero Ministro de Economía, como Chávez, el golpista bravucón a quien nuestro Rey Juan Carlos I hizo callar igual que a un colegial llorica.

El uno y el otro tienen en común el apoyo y la simpatía de José Luis Rodríguez Zapatero, un Presidente del Gobierno de España que se ha permitido el lujo de mentirnos a los ciudadanos españoles sobre las negociaciones mantenidas con ETA tras el atentado –no nos olvidemos que con dos asesinatos de por medio- en la T4 de Barajas. Nos ha mentido y piensa que por reconocerlo en la entrevista que le hizo el director de El Mundo, hemos de dar por zanjada la cuestión.

Vivimos en un mundo en el que las noticias –muchas de importancia trascendental para el futuro de la humanidad- se suceden a una velocidad tan vertiginosa que se nos hace imposible su asimilación. La información que recibimos en un solo día sería capaz de volvernos locos si no fuese porque nuestro cerebro, aliado con un sinfín de agentes tecnológicos, medioambientales, sociales e incluso laborales, es capaz de filtrar unas veces e impedir que llegue en otras ocasiones esa ingente cantidad de información.

Esto de los aliados del cerebro para filtrar e impedir necesita una breve explicación. Moura me insiste en que no dé por sentado lo que pasa por mi cabeza, ya que no necesariamente quienes leáis este vuestro/mi blog habéis de estar pensado lo mismo que yo en el momento de leerme. Me refiero al hablar de los aliados del cerebro para impedir que llegue toda la información a factores de turbación tan cotidianos como que se va la luz, que se queda colgado el ordenador, que se ha mojado el periódico, que tus hijos -a veces son como niños- te ponen los 40 cuando ibas a escuchar las noticias en Onda Cero, que la compañía telefónica de turno falla más que una escopeta de feria y te quedas sin acceso a Internet cada dos por tres, que en la oficina te ponen música en vez de noticias para que no haya discusiones sobre la emisora a sintonizar, etc, etc. etc.

Si a eso le añadimos la perfecta estructura de nuestro cerebro que impide que absorbamos más de lo que somos capaces de asimilar, pues tenemos situaciones como la actual en la que un porcentaje mínimo de la población recupera en la memoria que este Ministro de Economía que se permitía el lujo de decir que no había que exagerar en cuanto a la mala situación económica que atraviesa España, un día antes de que se produjese el mayor desplome de la Bolsa de Madrid que hemos vivido en muchos años, ese mismo ministro, también lo era –y también de Economía- con Felipe González, y dejó a nuestro país en una situación de desequilibrio presupuestario que hacía a todas luces imposible la convergencia económica que permitiese nuestra presencia en Maastricht. Es decir, que dejó un erial, exactamente igual que ahora.

Pues no sé todavía si reflexionar sobre este Ministro, o si hacerlo sobre Hugo Gorila Chávez. Este individuo –un verdadero llorica a la hora de la verdad- quiere someter con los petrodólares, las bravuconadas, los insultos y la fuerza a los países de su entorno. La presión que aguantan gobiernos como el colombiano o el peruano es insoportable y va siendo hora de que la comunidad internacional le haga una llamada de atención al golpista venezolano.

La defensa y el compadreo constante con los terroristas de la guerrilla colombiana dejan ver sin ningún género de dudas –si es que alguien aún las tenía- las intenciones y la calaña de este individuo al que solo le falta tener un mal sueño para que nos dé un verdadero disgusto.

No sé sobre cual de estos dos personajes hacer hoy mi reflexión, lo que si sé es que sabiendo que están ahí, cada uno en lo que está, no estoy tranquilo. Tengo la intranquilidad esa que produce el saber que tienes una tarea por hacer y aún no te has puesto manos a la obra. Tendré que reflexionar –otro día- sobre ellos.

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