martes, 29 de enero de 2008

Ensayo clínico


Yo me inclino más por la vertiente sanitaria que por la económica. En lo profesional también, aunque ahora me estoy refiriendo al plano político, en concreto a la propuesta que ha hecho ese gran malabarista de la realidad –maneja la verdad y la mentira igual que si fuesen pelotas que a dos manos y en número no inferior a tres tira al aire una y otra vez- que quiere repetir como Presidente del Gobierno. Me refiero a la propuesta de darnos 400 euros a cada contribuyente –me imagino que para celebrar su cumpleaños o algo así- que ha hecho Zapatero en pleno calentón bucal en un mitin en el que todos los que estaban habían ido para aplaudirle.

Me inclino más por la vertiente sanitaria de esta propuesta, ya que la económica no me cabe en la cabeza por su indecencia. Sin embargo si la miramos desde un punto de vista sanitario, sí puede encajar. Al fin y al cabo no sería exagerado pensar que el ministro de sanidad más sectario que ha tenido cualquier gobierno español desde los tiempos de Adolfo Suárez, el actual ministro Soria, estaría dispuesto a poner en marcha algún tipo de investigación –experimento más bien- en torno a la capacidad de resistencia del corazón de personas con 65 años.

Ese sería indudablemente el objetivo de la propuesta de Zapatero, un ensayo clínico. Ahora, yo que él me andaría con cuidado diga lo que diga el ministro de Sanidad, porque un día de estos al pobre Solbes –pobre es un decir, pues ya nos ha demostrado hasta donde está dispuesto a llegar con sus tragaderas para continuar a la sombra de ZP- le va a arrear un jamacuco que igual se nos queda en el sitio. Porque indudablemente, el sujeto utilizado para el experimento es el Ministro Solbes.

No sé si algo tendrá que ver el sobresalto continuo en que lo tiene Zapatero con esa pinta de estar adormilado continuamente, la soberana capacidad que tiene para aburrir a las piedras y ese molestillo tic en el ojo. Desde luego no debe ser fácil convivir en el mismo gobierno con un personaje como Zapatero. Sin tener ni idea de economía, cuando se le calienta la boquita en cualquier acto hace temblar a todos sus asesores económicos.

Me inclino más por el experimento sanitario porque la otra opción me parece inmoral. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI, en nuestra España democrática –a lo mejor es que no lo es tanto, a lo mejor es que nos hemos creído mucho más avanzados de lo que realmente lo estamos en cuanto a valores y conceptos (concetos que diría el friki) democráticos- un candidato a la Presidencia del Gobierno nos quiera comprar el voto por 400 euros? Pero claro, de ese candidato ¿qué podemos esperar después del insulto permanente que ha sido su gestión durante los cuatro años pasados?

Dice el Ministro de Justicia -¡qué bien haría este hombre de matón macarra en una película de Segura!- que si le regalan 400 euros él los coge sin preguntar ni cuestionar nada. Claro, así va el país y así va la justicia en asuntos tan penosos y escandalosos como el de la tardía ilegalización de ANV y PCTV, con un ministro que piensa así sobre el “regalo” de 400 euros de Zapatero, nos podemos encontrar como en el “Salvaje Oeste” de John Wayne con poco que nos despistemos.

Mal ha hecho Zapatero cobrándonos 400 euros que no necesitaba, pero peor hace queriendo comprar nuestro voto con esa mísera cantidad. El voto de los españoles no se paga con dinero, sino con honestidad y buen hacer al frente del gobierno y solo un mezquino acostumbrado a la trafulla y el chalaneo puede pensar que con euros puede comprar votos. ¡Vaya usted a saber si ya ha practicado previamente en su organización!

Lo tenía claro, pero tras su propuesta me reafirmo en mi decisión. Votar a Zapatero en las próximas elecciones es votar la mentira, la desvergüenza, el insulto gratuito. La indecencia de los 400 euros, a lo mejor se la aplauden los titiriteros, que están acostumbrados a reírle las gracias a cambio de subvenciones y dádivas, pero ni siquiera los nacionalistas –que ya han anunciado que le sacarán los ojos en la próxima legislatura si los necesita para gobernar- han podido soportar tamaña obscenidad.

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