jueves, 18 de diciembre de 2008

Imprescindibles


Está bien, lleváis razón amigos blogueros. Me he apeado del mundo durante unos días. Y ¿sabéis lo mejor? No ha pasado nada, no soy imprescindible, todo ha seguido su curso, nada se ha parado ni ha avanzado por mi ausencia. ¡Espléndido!

Lejos de suponer una frustración –por la indiferencia de mi ausencia- supone un engrandecimiento del ego de dimensiones inimaginables. ¡Puedo apearme del mundo cuando quiera, que no voy a afectar a nadie con mi ausencia! Es una maravilla máxime si tenemos en cuenta que mi concepto de apeo del mundo no tiene nada que ver con el que alegre y maliciosamente manejan el sectario Soria y el fúnebre Montes.

Si me voy voluntariamente, lo hago temporalmente y para disfrutar de los placeres que la vida pone al alcance de los mortales insignificantes como yo. No lo hago para desaparecer definitivamente de un mundo y una vida en la que –por lo menos- cuento con un número importante -¡importantísimo!- de personas que me quieren por el simple hecho de ser como soy.

Y es que, aunque nos cueste reconocerlo, en esta vida imprescindibles, lo que se dice imprescindibles...

Está claro –al menos para mi, que soy quien escribe este blog- que no son imprescindibles los autoritarios, ni los prepotentes, ni los envidiosos, ni los traidores, ni los canallas, ni los mentirosos, ni los pesimistas, ni los rastreros, ni los terroristas, ni los asesinos, ni los maltratadores, ni los pederastas, ni los faltones, ni los ladrones, ni los aprovechados, ni los vengativos, ni los sectarios, ni los rencorosos, ni los racistas, ni los homófobos, ni los explotadores, ni los vagos, ni los incapaces que quieren controlar la vida de sus semejantes con un reloj, ni los que desprecian a sus semejantes y les cercenan la vida basándose en una supuesta incapacidad estadística, ni los que amenazan, ni los que disfrutan con el mal ajeno...

Sin embargo sí son imprescindibles los que reconocen los errores, los que enmiendan los desatinos, los que nos aman, los poetas que emulan a Dante en Le Sfere Armillari y los que lo hacen desde las Tardes de lluvia en su Libro Final, los que son perseguidos y maltratados y los que se sienten acosados, los artistas del verbo y del tacto, los humildes pensadores y los pensadores humildes, los que nos quieren sanos y los que sanamente nos quieren, los que escuchan, los que apoyan, los que luchan, los que creen, los amigos que están y los amigos que son, los que creen que las navidades son como cualquier otra época del año porque cualquier otra época del año la convierten en Navidad, los que ponen la otra mejilla y no esquivan, los que son llamados tontos de los cojones...

Pues eso amigos blogueros, que merece la pena apearse del mundo unos días para saber que uno no es imprescindible pero que a uno sí le sois imprescindibles. Será el espíritu navideño que Moura –mi encantadora amiga Meiga- me viene anunciando desde hace unas semanas, pero cuando escribo estas líneas os veo a todos y cada uno de vosotros y, sinceramente, os veo imprescindibles.

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