martes, 28 de agosto de 2007

Mi amigo


El fallecimiento de Francisco Umbral deja un poco huérfanos a los madrileños. Lectores o no del diario El Mundo, percibíamos a través de sus crónicas y escritos ese Madrid culto, acogedor y mágico que no somos capaces de atisbar, salvo a través de la prosa de observadores de lo cotidiano, como era el caso de Umbral. Que en paz descanse.

He de ponerme a reflexionar seriamente sobre esto del cambio climático. Será o no será, pero lo cierto es que a partir del 15 de Agosto –día de uno de mis santos, como ya os he anunciado- la temperatura empieza a descender apreciablemente, sobre todo por las noches, permitiendo así un tránsito menos traumático del placentero periodo de vacaciones al, no sé si menos placentero pero seguro que más rutinario, periodo laboral. Este verano, en estos últimos días de Agosto, los termómetros están que revientan.

Cuando tenga tiempo he de hacer un estudio concienzudo sobre el efecto invernadero, la destrucción de grandes masas forestales, el vertido monstruoso de residuos a los distintos mares y océanos y también –no me extrañaría nada encontrar ahí algunas de las causas de los grandes acontecimientos meteorológicos que estamos viviendo- de la presencia de los socialistas en los distintos gobiernos y su coincidencia con actividades extraordinarias de la naturaleza.

Tengo un amigo con el que guardo coincidencia en algunos pareceres y actitudes, mi amigo Suso. Es un tío singular, con sus rarezas y sus divinidades, con el que la amistad que me une nos permite no guardar secretos el uno para el otro, aunque reconozco que le cuento yo menos cosas de las que me cuenta él a mi, o dicho de otra manera, el no se guarda conmigo ninguna opinión, comentario, sugerencia o noticia, cosa que yo –no por deslealtad sino por causas que algún día os contaré y a buen seguro comprenderéis y compartiréis- no hago al cien por cien.

A Suso le encanta el mar, necesita el mar, respira con el mar, siente con el mar y siente el mar. La arena de las playas le gusta, aunque no para rebozarse. Es casi imposible verlo sentado en la arena, ni tan siquiera con una toalla que pudiera evitar el contacto con la arena. No encuentra palabras para explicar su extraña relación con la arena. No le importa, más bien le encanta, pasear descalzo por la arena, esa arena fina de las playas de Galicia, húmeda al retirarse la ola en la que va dejando la huella de sus pies al caminar.

Le gusta sentir el masaje blando de la naturaleza en sus pies al pasear por esa zona de la playa en la que unos pasos van directamente a la arena y otros encuentran la fina película de agua de las olas que la bañan sin descanso. Siente –así me lo cuenta infinidad de veces- que las olas le traen energía. Una energía que penetra en él a través de la piel, de los oídos, de la nariz, de los ojos. Una energía que invade sus sentidos haciéndole sentir pleno.

Suso dice que el mar contiene la vida, toda la vida. Él pasea por su orilla durante horas, o se queda mirándolo –con los pies dentro del agua si es posible- permaneciendo largas horas de pie. Le gusta bañarse aunque el agua esté muy fría, dice que tiene ese compromiso con él mismo. Si va a la playa se baña. Me parece que es el compromiso de la vida, el de sentirse vivo. El de saber que forma parte de ese elemento de la naturaleza, sea cual fuere la temperatura.

La verdad es que debe ver algo en las aguas del mar que yo no alcanzo a ver –y mira que me gusta mirar al mar- porque tengo la sensación de que cuando mi amigo Suso mira las envolventes aguas del Atlántico, no lo hace con los ojos sino con el alma.

Así ocurre, que me cuenta historias de vidas que le llegan a través de las olas. Historias de antes o de ahora, de alegrías o de tristezas, de amores o de desamores, o de todo al mismo tiempo. Historias que él no puede haber vivido, pero que sin embargo es capaz de narrar con todo lujo de detalles. Historias en las que solo Moura, mi amiga meiga, es capaz de aportar algún detalle que a él se le ha pasado, porque Moura, como extraordinario ser que es, también conoce de esas historias a través del mar. Del mar y de la magia

El mar y Suso. Os iré contando. Y también os iré contando de cómo la falta de ambición para el bien de Aranjuez por parte de sus gobernantes actuales está permitiendo que se encalle, con lo que eso supone de desprestigio para la ciudad, uno de los proyectos más ilusionantes que fuimos capaces de poner en marcha cuando tuvimos la responsabilidad y el honor de dirigir el Ayuntamiento ribereño.

No hay comentarios: