viernes, 24 de agosto de 2007

Mi santo


Yo nací un viernes 19 de marzo. El año no lo recuerdo, pues era muy pequeño y aún no entendía de números. Soy uno de esos españoles que celebran cumpleaños, santo y Día del Padre a la vez. Nunca he sabido si eso era bueno o malo. Es decir, a la hora de recibir regalos –unos años más y otros menos- no he podido comparar con lo que ocurriría si las tres celebraciones se diesen en días separados.

¿Por qué os cuento esto? os preguntaréis. Muy sencillo. Porque este verano me di cuenta de que llevo toda mi vida cometiendo un pequeño error con esto de las celebraciones anuales. Os cuento.

Mi buen amigo Manolo Martín, insigne abogado y querido y respetado profesor en la Facultad de Derecho de Santiago de Compostela, viene organizando desde hace ya 24 años un trofeo de fútbol –que para honra de sus amigos lleva el nombre de su creador- en su Muxía natal, con la finalidad de recaudar fondos que –en forma de becas- ayudan a los hijos de marineros a costearse los estudios universitarios. Para tan elogiable fin, el bueno de Manolo no solo tiene que aligerar anualmente su peculio personal, sino que utiliza sus buenas y múltiples relaciones para conseguir la presencia de destacados equipos de fútbol de nuestro país, que se enfrentan en dicho trofeo a la Selección de la Costa da Morte.

Así, en el campo de la Arliña, hemos podido disfrutar de la presencia de equipos como el Real Madrid, el Atlético de Madrid, el Celta de Vigo…enfrentándose en tan modesto recinto futbolístico a los jugadores seleccionados de los distintos equipos repartidos a lo largo de tan atlántica costa de enxebre belleza. Parecen verdaderos gladiadores los deportistas locales en su titánica lucha con las primeras figuras nacionales del balompédico deporte.

Tiene el campo de la Arliña, con ser modesto, una maravillosa vista desde las propias gradas –y sin que te cobren un plus por ello en la entrada- que permite ver el Atlántico en toda su inmensidad, llegando en ocasiones a competir en el rugir de sus majestuosas olas al batir contra las rocas con el clamor del público asistente al acontecimiento deportivo ante alguna jugada emocionante. Es el mismo océano, a pocos metros de distancia, que se podría contemplar desde el Parador Nacional que ya tendría que estar construido y funcionando en Muxía –comprometido presupuestariamente tras el hundimiento del Prestige- pero que el gobierno socialista de Zapatero, con el consentimiento y la complicidad del gobierno gallego de socialistas y nacionalistas, han ido retrasando para perjudicar en lo que pudieran al mejor alcalde que jamás tuvo Muxía. El popular Alberto Blanco.

Mezquinos políticos estos que castigan a toda una comarca –con sus habitantes incluidos- para fastidiar a un político de otro signo. Deberían fijarse en dirigentes que actuando con justicia y equidad han obtenido un respaldo apabullante de los electores. Esperanza Aguirre sin ir más lejos. De todas formas lo de Touriño es una vergüenza. Por castigar al regidor popular de Muxía hasta el pasado mes de junio, ha permitido que Galicia pierda la instalación en Touriñán (Costa de la Muerte) de la mayor piscifactoría de rodaballos de Europa, que hubiese generado 1.000 puestos de trabajo. Se fue a Portugal.

Es de suponer que ahora que gobiernan los socialistas en coalición con los nacionalistas gallegos –por eso los socialistas no quieren ni oír hablar de la reforma de la ley electoral que está planteando Mariano Rajoy para que en los ayuntamientos gobierne el partido más votado- es de suponer repito, que den vía libre a la construcción del Parador mencionado. Ellos ya han mostrado su calaña y los ciudadanos no tienen por qué seguir padeciendo el mal uso del poder.

Me imagino que el friki Pepiño en el acto que celebró hace unos alguna semana para los socialistas de la zona –solo tenían acceso los militantes socialistas- les explicaría lo torticeramente que piensan utilizar los presupuestos generales del estado para que se note que ahora, allí, también gobiernan ellos.

Os estaba contando del trofeo de fútbol Manolo Martín, que este año en su 24 edición ha contado con la presencia del Lugo F.C. con su presidente a la cabeza y no sé porque extraña secuencia de pensamientos me encuentro escribiendo sobre el friki y compañía ¿Tan impregnado lo tienen todo? No, pero como en todas partes meten la gamba, es difícil sustraerse a la tentación de mencionarlos.

Tan obligado y tradicional como el pitido del árbitro para que dé comienzo el partido, es –en el trofeo Manolo Martín- la celebración de la Santa Misa en el Santuario de la Virgen de la Barca, en honor de esta invocación de la Virgen, Patrona de Galicia, que llegó a las costas gallegas en una barca de piedra, cuyos restos conforman el mágico escenario rocoso sobre el que se asienta, dispuesto a aguantar las mayores embestidas de las bravísimas aguas atlánticas, el Santuario que alberga la figura que la recuerda.

Misa solemne, oficiada por Don Manuel, el cura párroco, y presidida habitualmente –este año el nuevo no fue. Nuevos gobiernos, nuevos hábitos- por el Alcalde de Muxía y por el organizador del Trofeo, mi buen amigo Manolo Martín. El Santuario lleno a rebosar -tanto de vecinos como de peregrinos- luciendo todo su esplendor. El coro ofreciendo lo mejor de las gargantas y los oídos de sus miembros. Arropando a Manolo, junto a su familia, Argimiro, Arsenio, Natalio, Luis Rial, Raúl, Angel, José Luis, Emilio, Juan, Suso, Chucho, Tino, Tivo, José, Papi, Enrique…y un larguísimo etcétera de amigos dispuestos a ayudar en lo que haga falta. Algunos llegados con el tiempo justo tras recorrer varios centenares de kilómetros.

Este año coincidió el trofeo con el día de la Patrona de España. El 15 de agosto. Don Manuel, con prisa pues tenía otras misas que celebrar en aldeas cercanas, pero con el tino de quien ya está de vuelta de todo en esta vida, me lo hizo ver claro en su homilía. En mi nombre –José María- llevo también el nombre de la Virgen. No es un nombre compuesto, sino que son dos nombres juntos. Aún no se lo he comunicado a mi familia, pero a partir de ahora (por supuesto no es por el número de regalos) celebraré mi santo el 19 de marzo y el 15 de agosto. A cada uno lo que es suyo. Todo ello gracias al buen hacer de Manolo Martín.

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