lunes, 1 de junio de 2009

Falconada

falcon Sentado al atardecer al borde de un acantilado, perdiendo la mirada en la línea imaginaria que separa el cielo del inmenso Atlántico, en la Costa de la Muerte gallega, con mi extraordinaria amiga Meiga la bellísima Moura sentada a mi lado, poco me importan las intenciones de Zapatero con su repetida “falconada”.

De mi no se burla, a mi no me engaña ni me toma el pelo. Nunca le he creído. Cuando él con su gobierno de pandereta aprobaron el Código del Buen Gobierno, a quien estaba engañando no era a mí, sino a sus votantes. Por lo tanto ahora, cuando usa un Falcon de nuestras Fuerzas Aéreas como si fuese la batidora de la cocina de su casa, ni me sorprende ni me siento objeto de burla ni engaño.

¡Qué cerca está este engañabobos de superar con creces a su compañero González! Aquellos tiempos en los que se creían que España eran ellos y era de ellos, los tiempos del uso del Banco de España, La Cruz Roja, la Guardia Civil, el BOE, los Fondos Reservados como si fueran de ellos, distan bien poco de las cacerías de muflones alados, las detenciones ilegales de militantes del PP, la ocultación de casos de Gripe A en un cuartel al que llevan de visita a inocentes escolares, los imposibles fondos de armario de la ViceVogue, el uso de lo público como si fuera privado volando por encima del respeto a los ciudadanos a los que se deben, la desaparición de 96.000 kilos de pruebas del 11M, las subvenciones de 10 millones de euros a una empresa que ingresa por su actividad poco más de 50.000 euros en donde se repite de nuevo la caraba de “Mihenmano” en versión paterno-filial, las voces contra la justicia cuando empieza a rodear al poder y sus servidores, los millones de parados sin expectativa de solución, las descalificaciones a quienes bucean en busca de la verdad a pesar de las trabas del poder. ¿Acaso hay tanta distancia amigos blogueros?

Ya ocurrió en Aranjuez y también en España entera.

En 1995 y 1996 las aguas que Moura y yo escuchábamos en ese Atlántico lleno de vida y de vidas eran prácticamente idénticas a las que escuchamos hoy. Murmullos de hastío y ecos de esperanza mezclados en un rumor inagotable de inconformismo y fuerza.

Posiblemente ese rumor y esa esperanza venidas desde el Atlántico –que ya hicieron su efecto al entrar por mi querida Galicia hace tres meses- estén empezando a disipar la anestesiada vida del resto de españoles. Posiblemente esos aires de conciencia y libertad estén empezando a sacudirnos de encima la pereza y la resignación en las que Zapatero y sus engañifas nos han tenido sumidos.

Posiblemente –solo posiblemente- el 7 de Junio, ante unas elecciones que siempre se nos han antojado lejanas y ajenas, seamos capaces de censurar en las urnas la falacia y la mediocridad que los Zapatero, Maleni, Rubalcaba, ViceVogue, Solbes, Aido, Chacón, Tomás Gómez, Dionisio han instalando en todos los rincones de nuestra adormecida sociedad.

La mezquindad de sus actos –estos sí son mezquinos, desconocido Anónimo- debe ser empujada al abismo del olvido alejándolos de nosotros con la fuerza de las urnas. Los españoles tenemos la obligación histórica de darnos una oportunidad para la esperanza y esa oportunidad puede tomar cuerpo el próximo domingo.

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