viernes, 9 de mayo de 2008

La grasa


¿Crisis económica? ¡Ah…se siente!, es una desaceleración.

¿Colapso judicial? ¡Ah…se siente!, es un retraso.

¿Trasvase del Ebro a Barcelona? ¡Ah…se siente!, es una canalización temporal.

¿Nuestros militares mueren en guerras en el exterior? ¡Ah…se siente!, son soldados/ong’s.

Me dice Moura –me ha asegurado que no piensa moverse de la embriagante humedad de Galicia en una buena temporada- que es mejor que nos lo tomemos con calma para evitar terminar de los nervios y, seguramente lleve razón. Si no nos embadurnamos en una espesa coraza de grasa escurridiza, empezaremos a dar contestaciones indebidas que a más de un progre le permitirá tacharnos de anti demócratas. Al fin y al cabo, no nos podemos olvidar que en este país si los del PP hablamos de poner coto a la inmigración ilegal somos racistas y xenófobos y si es la izquierda quien lo plantea es porque son humanitarios y solidarios, así que nada, tranquilidad y buena letra para soportar cuatro años el “régimen de la semántica”.

La verdad es que cuando algunas personas se me quejan de la desafortunada situación por la que atraviesa España en cualquiera de los ámbitos de vida de nuestro país, me cuesta trabajo mantener esa impermeable coraza de grasa. En realidad a más de uno le he contestado ¿Votaste a Zapatero? ¡Ah…se siente!, te jodes. Me ocurre siempre que luego me arrepiento de las palabras dichas, no porque piense que no están ajustadas a derecho, sino por lo que puede tener de repugnantillo hablar de sexo en relación con ese gran mentiroso. ¡No sabes por dónde te la va a meter!

La detención de una treintena de policías locales de Coslada acusados de corrupción –al más puro estilo de la mafia cobraban por proteger a los comerciantes de ellos mismos- pone una vez más de manifiesto la notable inseguridad en la que vivimos los españoles. Por lo que se va viendo, son años de actuación mafiosa conocida por la población en general a los que la justicia no ha puesto coto hasta que un grupo de prostitutas inmigrantes han tirado de la manta. ¿Una España en la que denunciar la extorsión nos da miedo es el país que queremos para nosotros y para nuestros hijos?

Claro, el rojo Bermejo le echará la culpa de esto a Franco -¡qué jodio, como no se puede defender…!- aunque él sabe que ni siquiera la espesa capa de escurridiza grasa impide que tamaño insulto a la inteligencia nos agite violentamente las neuronas. Está claro que mientras nuestra Justicia no abandone el estado tercermundista en que se encuentra, lo nuestro no dejará de ser una democracia aparente. Los medios informáticos y humanos que precisa la justicia española eran impensables e inalcanzables en una España en la que los ordenadores solo se veían en las películas americanas.

La corrupción policial destapada en Coslada –seguramente veremos más situaciones similares- es una realidad de hoy, del año 8 del siglo XXI, no de hace cuarenta años. Los lacerantes retrasos acumulados en una administración de justicia colapsada, son un problema de hoy, año de la rata para los chinos, no de hace 40 años. Las filtraciones de declaraciones en sumarios bajo secreto –como el de la niña Mari Luz- son de hoy, el año de la 31 del Real Madrid- no de cuando decían que las ganaba gracias a Franco.

Lo ocurrido en Coslada no puede llevarnos a dudar del buen hacer y la profesionalidad de la generalidad de los policías locales, pero sí nos debe llevar inevitablemente a ser conscientes de la inseguridad a la que nos tienen sometidos quienes nos gobiernan. Establecer los medios y las medidas es obligación de los políticos, tanto los que gobiernan como los que dormopositan.

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