miércoles, 28 de marzo de 2007

Vayamos aclarando


No parece que sea una meiga la Presidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre. O al menos así lo creo. En todo caso, si lo fuese sería AUREANA, una meiga de aspecto juvenil, cuyo encuentro casual, sobre todo en las riberas de ríos o fuentes, es símbolo de buena suerte y de buenos augurios. No en vano los encuentros con ella –casuales o no- han proporcionado y seguirán proporcionando cuantiosas e importantes inversiones para Aranjuez, ciudad de ríos y fuentes.

Digo que no debe ser una meiga, porque es difícil que alguien encante a tanta gente al mismo tiempo con magia y maleficios, sino que más bien parece fruto del trabajo y el buen hacer político el desarrollo experimentado por la Comunidad de Madrid en los últimos años. Los 8 nuevos hospitales, el metro, las viviendas para jóvenes, los colegios bilingües, la creación de nuevas empresas y de nuevos empleos, la reducción de las listas de espera en la sanidad pública madrileña y un larguísimo etc. -que a buen seguro nos recordarán con cierta insistencia a partir de ahora- nos hablan más de trabajo que de magia, aunque algunas de las cifras que se pueden dar, podrían ser consideradas como felizmente mágicas.

Me pregunta un amigo Alquimista (aún los tengo más raros) si una meiga tendría capacidad para intentar ser invisible y actuar, deplorablemente, metiendo los dedos (me imagino que huesudos y con largas uñas) en el sobre de un voto emitido por correo para conocer el sentido del mismo. Ignoro el interés de Alquimista en este supuesto, pero una meiga no se hubiese creído invisible (ellas conocen bien sus poderes) y sí hubiese podido cometer ese acto.

Si así fuese, a buen seguro estaríamos hablando de VEDOIRA, meiga que posee facultades adivinatorias, en este caso conseguidas a través de abrir un poco el sobre -nadie ha dicho que no sean tramposas- y que informan a los familiares de los fallecidos de si estos gozan ya del eterno descanso, aunque en este caso la supuesta meiga informaría a sus jefes de filas. Me inclino sin embargo a pensar que si el supuesto se diese, no nos encontraríamos ante una meiga sino ante un vulgar sinvergüenza. A lo mejor con algún dato más podríamos intentar concretar mejor el diagnóstico.

Ya veis estimados blogueros –que raro suena ¿verdad?- que no es trabajo fácil este de identificar a las meigas. Sí os reconozco sin embargo que es bastante más entretenido y gratificante que conocer el contenido trepidante y tenso de los distintos medios de comunicación. Sin ir más lejos ayer martes podíamos seguir a través de estos medios el periplo de 86 bolivianos que viajan en el crucero Sinfonía. Intentaron y no se les permitió desembarcar en Tenerife primero y en Cádiz después y hoy, según lo anunciado por el gobierno, les ocurrirá lo mismo en Valencia. Parece que no tener los papeles en regla es el motivo que les impide pisar suelo español.

Si eso es lo que dice la ley tendrá que ser así, no voy a entrar en ello. Pero ya que sigo la noticia me llama poderosamente la atención el aumento importante del número de bolivianos que están llegando a nuestro país en los últimos meses. Y no es por el incremento en la cifra de inmigrantes llegados, sino por el país de procedencia de los mismos. Tengo que confesar que no pensaba que entre quienes vienen a nuestro país en busca de un futuro más digno y estable hubiese bolivianos. ¿No es allí donde gobierna el señor del poncho y el jersey a rayas? Sí hombre, ese que es amigo -idólatra diría yo- de nuestro ZP (¿o es al contrario?). El que se derrite por los huesos del comandante Fidel y bebe de las babas ideológicas del demócrata venezolano. Con lo bien que nos habla nuestro gobierno de Evo, yo estaba convencido que lo último que harían los bolivianos sería largarse de su país.

Bueno, pues si la ley dice que no se pueden bajar del barco que no se bajen; pero que al menos les dejen un micrófono para que nos cuenten por qué huyen del abrazo de Evo. Y puestos a pedir, después de Valencia el crucero pondrá rumbo a Génova, y a mi me gustaría saber si dentro de unos días no nos encontraremos gastando un montón de euracos para traer hasta nuestro país a un nutrido grupo de bolivianos que metidos en un barco no consiguen que ningún estado de nuestro entorno los acoja. No sería la primera vez ¿verdad?

Ya que aclaré mi impresión sobre Esperanza Aguirre, quiero también hacerlo sobre otra persona de indudable relieve político. Me refiero al Alcalde de Madrid Alberto Ruiz-Gallardón. Tampoco me parece que sea meiga transformada en el más doméstico de los animales, ni siquiera amoldado bajo los influjos de una. Más bien podríamos hablar de él como un mago.

La prodigiosa transformación llevada a cabo en la capital de España en cuatro años escasos no tiene precedentes. Solo una persona que responda a la definición de mago - persona singularmente capacitada para el éxito en una actividad determinada- podía plantearse una empresa de la envergadura que él acometió. Ninguna obra pública está exenta de problemas, molestias e imprevistos y menos aún si es de la importancia de las ejecutadas en Madrid, sin embargo el resultado ya lo están disfrutando los madrileños. No es una promesa sino una realidad.

¿Por qué hablo hoy de Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón? Porque no quiero que andemos despistados cuando intentemos localizar meigas. En ellos no las veo y, zanjando este extremo al principio, nos ahorraremos más de un camino equivocado en el futuro que nos llevaría a perder tiempo y a lo que es peor, a ser enredados por los engaños, sortilegios y maleficios que sin ningún género de dudas pondrán en nuestro camino las ancianas pilotos de escobas. Eso sí, cometen errores como cualquier humano, aunque para contarlos y exagerarlos emplean su tiempo Simancas y Sebastián.

Sin embargo que nadie entienda que en Esperanza y Alberto están representados a estos efectos todos los militan en la vida pública del PP. Como ocurre en las mejores familias, en el PP habelas, ainas que diríamos en Galicia.

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