jueves, 16 de julio de 2009

La línea roja

hospital Convertir en un espectáculo mediático el doloroso fallecimiento de un bebé, el niño Rayan, es el peor consejo que le pueden estar dando al padre del niño. Un padre afligido ya por el reciente fallecimiento de su joven mujer a causa de la Gripe A, de cuyas entrañas consiguieron arrancarle a la muerte mediante una cesárea a Rayan con 28 semanas de vida los médicos y enfermeras del hospital al que algunos quieren vapulear ahora, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid.

Debe ser horrible perder un hijo. Quienes entienden de esto creen que el padre de Rayan debería estar siendo asistido ya por profesionales que le ayudasen a encauzar el dolor con el que le tocará vivir el resto de su vida. Sería bueno que así lo hiciesen por el padre y por todos nosotros. Por él para ayudarle en el sufrimiento desgarrador y por nosotros para evitarnos el espectáculo que estamos empezando a vivir.

Un espectáculo que empieza por el avión militar que el rey de Marruecos –gran amigo de Zapatero- enviará este jueves para llevarse el cadáver de Rayan a ¿su país? Rayan nació entre nosotros, en Madrid, en un hospital madrileño en el que cientos de profesionales sanitarios altamente cualificados –quien no haya cometido un error en su vida que levite por encima de nuestras cabezas- luchan a diario contra la enfermedad y la muerte para hacernos la vida y su pérdida más llevaderas. Rayan es uno de los nuestros y sin embargo un avión militar marroquí se lleva su cadáver fuera de nuestro país. ¡Qué raro se me hace comparar esta iniciativa del amigo de Zapatero con su inactividad ante quienes llegan –vivos o muertos- en pateras a nuestras costas! No recuerdo –ya sé que la memoria no es infalible- a ningún avión militar marroquí viniendo a recoger los cadáveres de los ciudadanos de aquel país –súbditos se acomoda más a su condición- que han llegado muertos en pateras hasta nosotros.

Terrible error el de la enfermera que administró la alimentación por vía equivocada, pero terrible error también el que pueden cometer quienes pretendan azuzar al padre con intereses inconfesables en el ámbito de la política o de la venganza profesional. Todo mi apoyo al padre de Rayan para que supere de la mejor manera posible el trágico balance que su joven vida le ofrece hasta este momento, pero toda mi exigencia para que su entorno le permita el apoyo profesional inmediato que le impida cruzar la línea roja, la línea que lleva a hacer acusaciones con palabras gruesas, injustas, irreconducibles.

Descansen en paz Rayan y su madre, y que el Dios en el que creen los acoja en su seno.

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