martes, 22 de marzo de 2011

Ver para creer


No voy a escribir nada sobre los titiriteros. Creo que han quedado como debían quedar con esto de la guerra de las tropas de la pacifista Chacón en Libia. No podían quedar de otra manera. Han quedado como Cagancho.

A estas alturas ya se ha escrito muchísimo sobre la intervención de las tropas aliadas- aún no sabemos muy bien de quienes con quienes o de quienes contra quienes- en cielo y suelo Libio, pero me temo que de aquí hasta que esto se defina –ya sabéis amigos blogueros, quién dirige, cuáles son los objetivos, qué hacen o no hacen con Gadafi- aún han de correr verdaderos ríos de tinta sobre este asunto.

Yo tengo claro que Zapatero es un hombre de principios. No, no me entendáis mal amigos blogueros, dejad el jua jua jua un momento y esperad a que me explique. No me refiero a que sea una persona con unos determinados valores éticos que antepone a cualquier actuación. Me refiero a que es una persona que está siempre al principio de una nueva sorpresa, de un nuevo cambio de rumbo, de una nueva y diametralmente opuesta postura ante los hechos. Al principio de todo, porque lo anteriormente dicho o hecho por él no cuenta para él.

Desde luego no hay como dejarles gobernar un tiempo para que caigan en todo aquello que demonizaron, para que abracen todo aquello de lo que renegaron. Son, Zapatero y sus voceros, los verdaderos titiriteros del espectáculo nacional.

De hecho tengo la impresión de haberlos visto actuar en más de una ocasión en televisión. Creo que salían con José Luis Moreno, el ventrílocuo. Sin ir más lejos, el friki Pepiño el fin de semana pasado en su arenga a los adeptos, me recordaba a aquel muñeco de José Luis Moreno, ¿cómo se llamaba?...¡Ah sí! Macario. ¡¡¡Qué contento estooooy!!!

Macario con esta frase resultaba gracioso, pero Pepiño llamándonos al orgullo patrio por la guerra emprendida contra Gadafi me parece, cuanto menos, ridículo a la par que patético. No hombre, ¡claro que no! Claro que no hay foto de las Azores esta vez. Vosotros ya os hicisteis la foto junto a los titiriteros detrás de la pancarta del NO a la guerra. Es lo malo que tiene la modernidad, que te retratan y ya no tienes forma de decir que las cosas no son así. Posiblemente este es un “conceto” que se le escapa a Pepiño, el de la modernidad. Aquel día no fue a clase.

Y en el mundo de los titiriteros, otro de los muñecos de José Luis Moreno, hoy en el Congreso de los Diputados, repetía una vez más su conocido ritmo pélvico con aquel ¡¡¡Toooma coherencia!!!, ¡¡¡Toooma Alianza de Civilizaciones!!! ¡¡¡Toooma NO a la guerra!!! El inimitable José Luis Rockefeller Zapatero se ha pasado por el arco del triunfo todo el demagógico discurso antibelicista que le llevó a la Moncloa y nos ha embarcado por cielo y mar –esta vez sí, con aviones y naves cargadas de mujeres y hombres, de militares españoles, con el claro mandato de participar en la guerra- en una aventura bélica cuyos objetivos concretos nadie conoce en estos momentos.

Yo apoyé la decisión de Aznar cuando envió –tras la resolución de la ONU- tropas españolas en ayuda humanitaria a Irak y apoyo ahora la decisión de enviar tropas a Libia para proteger a los ciudadanos de aquel país de los ataques del enfermo mental que los preside – a ver cómo nos justifican las víctimas civiles que lamentablemente habrá en este conflicto- y a expulsar al terrorista Gadafi. Pero eso sí, gilipolleces las justas.

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