jueves, 3 de marzo de 2011

La cancioncita


A buen seguro amigos blogueros que en más de una ocasión os ha pasado aquello de tener una melodía metida en la cabeza durante un día entero sin saber cómo ni por qué. Llega un momento en el que la situación se hace desagradable. La melodía vuelve una y otra vez sin que acertemos con la fórmula para quitárnosla de encima.

A mí, esa molesta experiencia me lleva ocurriendo varios días seguidos y además –en el sumum de la incomodidad- es la misma melodía todos los días.

Cuando esto ocurre lo más recomendable es pararse a intentar recordar el momento en el que hemos empezado a tararear inconscientemente la canción. Normalmente la hemos escuchado en la radio, la tele o cualquiera de los innumerables medios que hoy manejamos para reproducir música. En ese caso lo mejor es recurrir al mismo medio, escucharla de nuevo, cantándola incluso en voz alta, y con bastante seguridad desaparecerá de su insistente presencia en nuestra cabeza.

Es mucho más complicado cuando no hemos escuchado la canción, cuando el origen de su molesta insistencia no está en haberla oído previamente. En ese caso, la labor para corregir la molestia es mucho más ardua. Seguro que hay algo, un hecho, una conversación, una noticia, un sentimiento…Todo un amplio espectro de posibilidades para explorar hasta conseguir dar con el motivo. Lo cierto y verdad amigos blogueros es que el trabajo es tan grande e incierto, que en esos casos es mejor solución aguantar el día con la susodicha melodía y esperar a que al día siguiente salga el sol por donde quiera.

Sin embargo varios días con la misma canción, una vez, y otra, y otra, y otra…Al final tienes que ponerte manos a la obra para encontrar el motivo, porque si no es así, uno tiene la sensación de que puede llegar a enloquecer.

En mi caso han sido varios días y tengo que deciros amigos blogueros que por fin me la he quitado de encima. Encontré la causa.

Era una canción de David Civera. Durante días en mi cabeza ha sonado así:

Na na na na na

Na na na na na na na

Na na na na na na na

Na na na na na na na ná

Y al minuto otra vez:

Na na na na na

Na na na na na na na

Na na na na na na na

Na na na na na na na ná

Y un ratito más tarde:

Na na na na na

Na na na na na na na

Na na na na na na na

Na na na na na na na ná

Desesperado comencé a repasar minuto a minuto –hasta donde mi poco afortunada memoria me permitía- lo hecho a lo largo de los últimos días. Repasé todo. Desde el mismo instante en que suena el despertador y Carlos Herrera desgrana la actualidad diaria junto con sus colaboradores, las noticias, el tiempo, la economía, las portadas de los periódicos, hasta el momento en el que rendido el día cierro los ojos de nuevo. Me vais a perdonar amigos blogueros que no os relate aquí lo acontecido en mi vida entre esos dos momentos –el de despertar y el de comenzar a dormir de nuevo- para no aburriros. Pero bueno, tampoco necesitáis echarle demasiada imaginación. Momentos para olvidar y momentos para guardar en el recuerdo, como casi todos los mortales.

Y digo “casi” todos los mortales, porque alguno –y como diría el genial Gila no quiero señalar a nadie, pero tiene las cejas arqueadas y picudas y su apellido es igual que el oficio del señor que arregla zapatos en la esquina de mi casa- algunos como os digo solo podrá descansar el día de mañana si es capaz de olvidar todo lo hecho en estos 7 años.

A lo que voy. Han sido para mí días normales en los que no he encontrado aparente motivo para la canción. La rutina de costumbre, las noticias de costumbre, que si la reducción a 110 km/h, que si primero quitan el 50% de las luces de las carreteras, que si luego dicen que no, que las sustituyen por luces de bajo consumo, que si las bombillas nuevas de los ayuntamientos las paga el ministerio de Industria, que si Industria dice que las pague Rita, que si plan Renove para cambiar los neumáticos, que si Zp consigue unos milloncejos en Qatar, que si hasta los consejeros de la Junta de Andalucía se montaron sus prejubilaciones con el ladronicio de los ERES -108.000 millones de pesetas, ¡ahí es na!-, que si ZP consigue otros milloncejos antes de llegar a Túnez, que si Zp gasta 2.000 litros de combustible para ir a dormir a Moncloa, que si Zp le regala unos milloncejos a Túnez, que si Zp arruina las expectativas democráticas de los tunecinos al poner como ejemplo que nuestro sistema democrático ha permitido que él llegue a Presidente, que si Zp pasea a su abuelo muerto –solo a uno, al otro parece que lo ha tachado de su árbol genealógico- por delante de los tunecinos…

¡De pronto me acordé de la canción, de su letra y entendí el motivo de su persistencia en mi cabeza! El na, na, na que me machacaba era el estribillo. La canción era esta:

Maldito sea el día
en el que le conocí,
ahora vivo atrapado
ese truhán no me deja vivir.

Malditos sean sus ojos,
sus gestos, sus cejas
esa milonga que nos contó,
maldito sea el embuste
que nos cegó la razón.

Que lo detengan (Na na na na na)
es un mentiroso, (Na na na na na na na)
malvado y peligroso (Na na na na na na na)
nadie lo puede controlar. (Na na na na na na na na)

Que lo detengan (Na na na na na)
me ha robado la calma, (Na na na na na na na)
se ha llevado mi alma (Na na na na na na na)
y se lo ha gastado tó. (Na na na na na na na ná)

¡¡Uf!!, qué alivio. Eso sí amigos blogueros, la canción ya no me martiriza, pero Zapatero nos hunde cada día un poco más, aunque parezca imposible que pueda conseguirlo. Y lo que es peor, mientras él siga ahí las centrales nucleares que debemos construir para garantizar nuestro futuro energético seguirán sin construirse.

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