lunes, 25 de enero de 2010

Minoría de edad


Estamos como sociedad en donde algunos han pretendido que estemos. Estas cosas no pasan porque sí, sino que más bien al contrario son el colofón de lo que determinadas ideologías vienen mascullando y puliendo a lo largo de años.

Me refiero amigos blogueros a este glorioso momento que vive la sociedad española en el que son otros los que piensan por nosotros, son otros los que reflexionan por nosotros, son otros los que debaten por nosotros, son otros los que establecen lo correcto e incorrecto para nosotros, son otros los que deciden por nosotros y son otros en definitiva los que están encantados de habernos conocido, manipulado y sometido.

Hace un año que la joven Marta del Castillo desapareció asesinada según autoinculpación de varios degenerados. Al día de hoy nada sabemos –nada saben los padres, que es lo más angustioso- del paradero de los restos de Marta sin que quien tiene la responsabilidad de conseguirlo haya hecho decir la verdad a esos malnacidos. Dicen que la mataron, pero ni siquiera de su muerte podemos tener la certeza.

Asesinos como el de Sandra Palo campan a sus anchas por los juzgados y las calles entre delito y delito, disfrutando de una libertad que parece estar solo al alcance de los más bellacos, los más infames, los que a poco que nos despistemos se pueden convertir en iconos para una parte de nuestra ineducada juventud.

Pederastas y violadores condenados, cumplen ridículas condenas y se suman interminablemente a ese batallón de indeseables que pululan a nuestro alrededor cotidianamente ostentando todos los derechos posibles y ninguno de los deberes que a los demás nos obligan.

Nuestros campos, nuestros paisajes, se transforman ofreciendo una indescriptible y horrorosa imagen de molinos de viento generadores de energía que hubieran espantado al mismísimo Don Quijote o de inmensos mares de paneles –que hubieran puesto de punta los pelos de la barba al pirata para unos y corsario para otros Francis Drake- capaces de recoger la luz para generar energía, todo un intrincado negocio que bajo el eufemismo de energías renovables va poniendo en manos de unos cuantos la tierra, el sol y hasta el viento –ese aire en movimiento que algún “tonto el haba” quiso nombrar dueño de la tierra- impidiendo no solo la vista del horizonte, sino el debate sobre lo que están destrozando.

Un pueblo se niega a continuar con el cachondeo de la ilegalidad, y le imponen la legalidad del cachondeo. Lo ocurrido en Vic con el empadronamiento de inmigrantes ilegales, es justo lo contrario de lo que dicta el sentido común y creo que también lo que pensamos una gran mayoría de españoles.

Sea como fuere, lo cierto y verdad es que temas como los que acabo de mencionar forman parte de aquella inmensa parcela de nuestras vidas sobre las que pesa la “inoportunidad” del debate. ¿Cuántas veces amigos blogueros hemos tenido que oír aquello de que no es oportuno debatir ni tomar decisiones en caliente sobre algunos importantes temas?

Los que piensan, reflexionan, debaten y deciden por nosotros no encuentran nunca el momento adecuado y oportuno para que la sociedad, los ciudadanos que la componemos, las personas que le proporcionamos la condición de humana a esa sociedad, debatamos en profundidad sobre asuntos que son relevantes, muy relevantes para nosotros. Asuntos que tienen mucho interés y en los que tenemos mucho interés porque buena parte de nuestro futuro y el de nuestros hijos depende de ellos.

A mi edad, ya estoy un poco hasta el moño de que me sigan considerando menor de edad para establecer y participar en determinados debates. Los dieciocho años los dejé atrás hace ya bastantes y quiero decidir cuándo, en dónde y sobre qué quiero debatir. Me jode profundamente que otros lo quieran hacer por mí y me traten como a un incapaz intelectual.

La introducción de la pena de Cadena Perpetua para determinados delitos en los que indudablemente incluiría a los terroristas, los violadores y los pederastas, las condiciones y la capacidad que nuestro país tiene para acoger a más inmigrantes, la utilización de la energía nuclear como fuente alternativa a lo que nos están imponiendo, la utilización de métodos más eficaces y contundentes ante asesinos como los de Marta del Castillo

Poder debatir sincera y profundamente sobre estos y otros asuntos sin que nadie nos venga a negar la “oportunidad” y también sin que nadie venga a tacharnos de racistas, xenófobos, intolerantes…y toda esa retahíla que algunos –curiosamente siempre los mismos- emiten por sus bocazas cuando nuestra sociedad quiere avanzar fundamentando ese avance en el debate serio. Debatir con datos y sin insultos, aunque en los manuales de algunos no figuren esos conceptos.

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