jueves, 6 de mayo de 2010

Cosas Normales


Zapatero sigue vendiéndonos burras. Lo hace a todas horas y aprovechando cualquier circunstancia. No pasa nada mientras no caigamos en la tentación de comprárselas. La reunión de ayer con Rajoy sirvió para lo mismo de siempre, es decir para nada, salvo que ayer Rajoy se postuló en plena Moncloa como alternativa real para salir de la crisis. Ahora lo que hace falta es que lo repita continuamente, acelerando desde la acción de la oposición la llegada de unas elecciones generales que nos permitan albergar un mínimo de esperanza sobre el fututo de nuestro país.

Rodríguez Zapatero es como un niño con un juguete -un niño terco y mentiroso- del que se ha encaprichado y una vez conseguido no hay nadie que consiga cambiárselo, y mucho menos quitárselo. Intentadlo amigos blogueros, intentad cambiarle a un niño un juguete por otro. ¡Imposible! Y si el niño no es tal y tiene las cejas arqueadas, y miente más que habla, y es feliz cuando los demás somos conscientes de que la está pifiando –pongamos por ejemplo Zapatero- entonces además de ser imposible cambiarle el juguete, nos contará que el juguete se lo dio alguno de sus famosos abuelos y que es un recuerdo de lo mal que lo pasaron ellos durante la oprobiosa.

La táctica ha de ser otra. Nada de quitarle el juguete. Lo que hay que hacer es regalarle otro para que tenga dos. Si queremos que el primer juguete desaparezca lo que tenemos que hacer es que el segundo juguete que le regalemos sea capaz de destruir al primero. Por ejemplo, si el primer juguete es electrónico, el segundo bien podría ser un juguete de agua, como por ejemplo una pistola lanzadora de agua. Las posibilidades de que el niño termine mojando el juguete electrónico y lo escachifolle son bastante elevadas. Tal es la solución para alguno de los juguetitos que Zapatero se ha buscado a lo largo de su mandato/broma pesada.

Intentar convencerlo de que el ministerio que dirige Bibiana Aido es un sinsentido, es una tarea tan ardua como estéril, es en definitiva como intentar quitarle el primer juguete al niño. Mi propuesta –que no es ni con mucho tan frívola como lo que se hace desde el ministerio de Igual-Da, o como lo que viene haciendo Zapatero con España en sus años de mandato/broma pesada- consiste en convencer al feliz optimista de que en estos momentos debe crear un ministerio nuevo, pongamos por ejemplo el Ministerio de Cosas Normales. Para dirigir este ministerio –sería conveniente que con el rango de Vicepresidente- es difícil encontrar algún cualificado dirigente socialista, no por lo de ostentar una Vicepresidencia del Gobierno -que para este menester ya nos ha demostrado que puede poner a cualquiera- sino porque encontrar alguna similitud entro “lo normal” y cualquiera de los ministros del actual gabinete es prácticamente imposible.

Podía Zapatero, para dar una salida airosa al Sr. Gómez –el que ha terminado por hacer bueno, muy bueno, a Don Rafael Simancas- y así despejar el camino para la candidata de Ferraz a la Comunidad de Madrid, nombrar ministro de la cosa normal al mencionado dirigente de la FSM.

No es que le adjudique yo ningún valor a Tomás Gómez -ni capacidad alguna- para dirigir un ministerio, pero este en concreto y teniendo en cuenta la finalidad del mismo –quitarle el juguete a Zapatero- me parece que viene que ni pintado. Al fin y al cabo el dirigente socialista madrileño se está mostrando como un gran inquisidor entre las huestes de su formación. Ha hecho suya la manida frase del anciano Alfonso Guerra, aquella que hacía temblar a los más pintados de su partido, “el que se mueve no sale en la foto”. En eso está Gómez en estos momentos. En eso o en hacer la foto del que se mueve para someterlo al inquisitorio proceso por la lealtad debida.

Visto lo visto, desde el Ministerio de las Cosas Normales tendría motivos y argumentos harto sobrados para acabar con las tontadas y cuchipandas de Aido y compañía. El chorro de agua al juguete electrónico.

Solo tiene un peligro esta idea que planteo. A poco que el prescindible Gómez se diese una vuelta por el resto de ministerios –vicepresidencias incluidas- Zapatero tendría que cesarlo fulminantemente para evitar que llegase a la mismísima Moncloa, vestido con ostentosa túnica y los símbolos propios de su alineación ideológica y acompañado del séquito de sus leales del sur de Madrid, al igual que lo haría el Gran Inquisidor Díaz de Torquemada, presto a seguir pistas sobre manifestaciones del caos e infestaciones demoniacas, que terminarían con el mismísimo Zapatero condenado.

Ahí, reconozco que hay un riesgo para Zapatero.

Otra solución sería que el feliz optimista invitase a su buen amigo Evo Morales a que viniese a explicarle “in person” a Bibiana su ocurrente y homófoba “teoría sobre el pollo”. Le crujía hasta los cimientos del ministerio a Bibiana este amiguete de Zapatero.

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